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Cristina Sánchez-Andrade, periodista y escritora

“Los lectores son cada vez menos exigentes, se dejan llevar”

“Los lectores son cada vez menos exigentes, se dejan llevar”

lunes 23 de agosto de 2010, 15:58h

Los escarpines de Kristina de Noruega es la historia de una obsesión, de ésas que no surgen de la noche a la mañana, sino que llegan despacio, de manera imperceptible, como la oscuridad que poco a poco invade una habitación, como un sordo dolor de muelas o como las flores que se niegan a crecer...”. La voz de Cristina Sánchez-Andrade destila sensaciones, una apuesta constante por las imágenes, porque, como dijera de ella el también escritor y periodista, Manuel Rivas, es una narradora que trabaja con los sentidos. Ganadora del Premio Sor Juana Inés de la Cruz  por su novela Ya no pisa la tierra tu rey (2004), así como varios galardones de relato, su último trabajo sigue esa estela de originalidad al servicio de las grandes pasiones, un escalón por encima de los datos reales o la trama ficcional a su alrededor. Bajo esta premisa, Los escarpines de Kristina de Noruega es, entre otras muchas cosas, una obra sobre el siglo XIII español y noruego, sobre unos personajes históricos decisivos y complejos, sobre obsesiones heredadas a través de la sangre, sobre la espera como forma de consuelo, más allá de tiempo y espacio.          

 

¿Cómo llega una princesa noruega del medievo a ser enterrada en un pueblecito burgalés, Covarrubias?

Kristina de Noruega llegó a Castilla en 1258, tras un penoso viaje a caballo y en barco, para casarse con un infante hermano de Alfonso X el Sabio, aunque al partir de su ciudad natal, Tönsberg, no sabía exactamente con cuál de los tres hermanos iba a emparentarse. Alfonso X aspiraba a ser emperador del Sacro Imperio Romano Germánico y la casa reinante castellana era consciente de la importancia de aproximarse a esta dinastía nórdica para conseguir, por la vía del matrimonio, otro apoyo más. Por su parte, el rey noruego Haakon IV, padre de Kristina, también tuvo razones para aliarse con el monarca hispano: las dificultades en el comercio de su reino con la ciudad imperial de Lübeck, que le abastecía de trigo. El hecho de que fuera enterrada, tan sólo cuatro años después de su llegada a tierras castellanas, en Covarrubias, se debe a que su esposo, finalmente el infante don Felipe, había sido abad de la Colegiata de este pueblo. 

 

¿Y cómo llega una escritora a interesarse por esta historia o, mejor dicho, telaraña de historias?

Precisamente me llamó mucho la atención que esta princesa noruega del siglo XIII estuviera enterrada en un pueblecito burgalés. El hecho de que hubiera viajado desde su tierra natal para casarse con un infante español, con todo lo que tuvo que suponer para ella en cuanto a cambios (de clima, de gente, de idioma, de tipo de vida), me parecía fascinante. Cuando me enteré de que había vivido en Sevilla y que había muerto al poco de llegar, pensé que había una historia muy bonita que contar. Sevilla había sido recién conquistada en aquella época, así que imagínate el contraste para ella: el crisol de culturas, el calor intenso que no había vivido jamás, los palacios árabes, los jardines con cítricos, el susurro de las fuentes... Me interesaba mucho descubrir, o recrear, cómo había vivido esta frágil princesa todo esto.

 

Duro proceso de documentación, sobre todo para la parte noruega…

Sobre la época de Alfonso X el Sabio hay, lógicamente, mucha documentación. Sobre la princesa noruega, muy poca. Estuve en Bergen, ciudad en la que ella vivió, recavando toda la información posible, y aunque sí me sirvió para conocer el país, sobre ella encontré muy poco. Existe una Saga islandesa que relata el viaje desde Tönsberg a Valladolid, pero lo demás son suposiciones. Por ejemplo, se cree que murió de melancolía, pero hay otra teoría que dice que murió de meningitis porque cuando se abrió su sepulcro en 1957, se encontró junto a su cuerpo momificado una receta para tratar el mal de oídos con “xugo de ajo”. Vete tú a saber...

 

Y un profundo y personal estudio y posterior desarrollo de cada uno de los personajes históricos que aparecen en la novela, como Kristina de Noruega…

Bueno, sobre cómo era exactamente el carácter de Kristina de Noruega he tenido que ficcionar mucho porque no hay ningún documento que hable de ello. Existen hechos que nos llevan a pensar que la melancolía pudo con ella, porque murió a los cuatro años de llegar, pero, ¿qué mujer, arrancada de su país, de sus costumbres y de sus gentes, hubiera aguantado sin sentir melancolía? Lo que he hecho básicamente es ponerme en su lugar y tratar de imaginar cómo se podía sentir, aunque esto también es complicado, porque la mentalidad de una mujer de hoy no tiene nada que ver con la que tenía una mujer en el siglo XIII.

 

Alfonso X el Sabio…

Sobre Alfonso X y su época sí hay mucho escrito. Por ejemplo, en algunas de las obras del propio rey, como Las siete partidas, hay información muy prolija sobre la sociedad castellana del siglo XIII, abarcando todos los aspectos de la vida humana, desde el útero hasta el sepulcro. Aparte de ser un gran rey, fue el primer monarca humanista que conscientemente integró el saber en los deberes y obligaciones de la Corona. Fue el primer rey profesional de las Letras que además se instituyó como maestro y guía intelectual de su pueblo, poniendo ese saber al alcance de todos para que todos se beneficiasen. En el campo de la reconquista del territorio peninsular, que fue siempre el mayor desvelo de los cristianos occidentales, cuando Alfonso llega al trono, se puede decir que los territorios, que a finales del siglo XII se hallaban en manos de los pequeños reyes musulmanes del sur, habían sido unificados bajo la corona de su padre. Supo integrar magníficamente las culturas árabe y judía con la cristiana. En las ciencias, por ejemplo, empleó colaboradores de las tres religiones; en el derecho, atrae a su corte los mejores juristas europeos y legisla sobre las tres culturas... Se puede decir que se ocupó de todos los aspectos de la vida intelectual y que mostró una curiosidad y un interés por la cultura incomparable. Ahora bien, como defecto, también diré que fue un rey carcomido por la obsesión de conseguir ser reconocido emperador de Alemania. Esta obsesión por el denominado en la época fecho del Imperio, alimentada desde los primeros años de su reinado, por la cual perdió tiempo y mucho dinero, pienso que acabó siendo su perdición. Esto creo que está reflejado en mi novela.

 

Berenguela la Grande

La abuela de Alfonso X es un personaje fascinante. Yo diría que, a pesar de su obligada humildad feminista, exigida en su tiempo, es uno de los personajes más interesantes de la historia de España. A ella se debe la unión definitiva de los reinos de León y Castilla. La pobre fue dada en matrimonio a un duque alemán cuando todavía era una niña de catorce años, aunque finalmente acabó casándose con su tío, Alfonso IX de León.

 

O Violante de Aragón…

También la casaron con Alfonso X muy joven, con quince años. Se cree que el matrimonio no fue feliz porque, según algunos historiadores, ella heredaba la dureza dinástica de los Cárpatos, que daría base a la leyenda de intrigas criminales.

 

Desde el punto de vista de la creación literaria, ¿cómo se maneja el binomio realidad-ficción en este tipo trabajos?

Creo que en toda novela histórica tiene que haber una dosis de ficción y que ésta es buena y saludable siempre y cuando no se falsee la realidad, es decir, que no se confunda al lector con hechos que no ocurrieron. El lector de novela histórica busca la diversión y a su vez, aprender. En Los escarpines de Kristina de Noruega trato de que la psicología de los personajes sea real pero también que vivan en su tiempo, con todo lo que les ocurrió en el momento.

 

Aprovecharé la ocasión para preguntarle acerca del panorama literario actual…

Personalmente soy muy pesimista. Por un lado, los lectores son cada vez menos exigentes, el gusto literario está marcado básicamente por lo que más vende, por la mesa de “los más vendidos”. Se busca una lectura fácil, de acción, sin que importe si los personajes estén construidos, sin que la escritura sea bella y elaborada. La gente no suele tener un criterio propio, se deja llevar. Y el mercado, pues también se guía por estas premisas...

 

¿Qué libros suele leer?

Depende. No suelo leer un “tipo” de libro únicamente. Me encantan los libros sencillos, con trasfondo filosófico. Acabo de leer Mi madre, de Richard Ford, que me ha gustado mucho.

 

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