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Las urnas y las papeletas

lunes 21 de mayo de 2007, 13:45h
Ya queda poco para conocer si Esperanza Aguirre seguirá al frente de la Presidencia de la Comunidad de Madrid o si por el contrario será Rafael Simancas el que ocupe ese cargo, con despacho en la Puerta del Sol y con la ayuda necesaria de los escaños que consiga Inés Sabanés para IU. También se sabrá si Alberto Ruiz-Gallardón repite como alcalde de la capital y, como no,  el futuro de Miguel Sebastián, ya sea en el despacho de más poder de la Casa de la Villa, en la oposición -haciendo lo posible para parecer invisible hasta los comicios generales de 2008-  o sencillamente marchándose a su casa harto de que nadie le comprenda y de que muchos, incluso dentro del PSM, estén de sus desagradables  insinuaciones  hasta la coronilla. Los ciudadanos de los pueblos de la región elegirán, asimismo, el partido que regirá los destinos y el futuro de sus municipio, despejándose las dudas existentes en algunas zonas sobre el ascenso o descenso de los que están al frente del Ayuntamiento.

El PP pretende recuperar algunas alcaldías hoy en manos del PSM, que busca igualmente arrebatar poder municipal a la derecha. IU se mantendrá en lugares como Rivas-Vaciamadrid, gracias a su buena gestión y a la ausencia de sobresaltos que todo lo confunden, y, aunque  no es previsible que consiga más alcaldías de las que ya tiene, su apoyo será determinante para conseguir gobiernos de izquierda. 

El día de la votación, miles de   colegios electorales abrirán sus puertas a la espera de que los madrileños, sin prisa pero sin pausa, acudan a depositar su papeleta en la urna. Lo deseable sería que muchos, más que en otras ocasiones, hiciesen el recorrido desde su casa hasta el colegio electoral, expresando su deseo de participar en esta consulta, que ojalá alcance un récord de participación. Una vez en el interior de la sala repleta de papeletas de votación de los partidos que concurren a esta cita electoral y de urnas para meter ese trozo de papel, cada uno de nosotros puede tomar distintas decisiones. La persona que tenga claro su apoyo al PSM, PP, IU o a cualquier otra formación por rara y desconocida que parezca, sólo tiene que coger la papeleta elegida e introducirla en la cajita.

Seguro que habrá un buen número de ciudadanos que, después de haber prestado atención a la campaña electoral, se ha decantado al final por uno de los grandes. También es posible que muchas vecinas y muchos vecinos,  después de entrar en su colegio electoral, localizar la habitación que le corresponde y darle vueltas a todas las papeletas,  no encuentran nada que les atrae. Tras repensar la situación, preguntarse qué hacer si ninguno de los que se presentan a las elecciones le pone y decidir que pasa de optar por lo menos malo y que no vuelve a votar tapándose los ojos y la nariz, estrena el voto en blanco. Si esto ocurriese, populares y socialistas explicarían que el voto en blanco no sirve para nada y que sólo beneficia al contrario, sin darse cuenta de que el que toma esta opción apuesta por la participación electoral y por lo blanco ante el desinterés por los otros colores.  ¡Algo tendrán que ver estas formaciones en la decisión de muchos de pasar de los que están en exposición en el mercado electoral¡. Seguro que los mandamases de estos partidos no lo ven de la misma manera y, por eso, habría  que ver el careto que se les pone si la abstención es mínima y los que dejan de votar a los dos grandes (PP-PSOE) crece como la espuma. Seguro que pensarían, en un primer momento, que todo forma parte de alguna conspiración. Saramago habló de esto en un libro que recomiendo a la clase política con mando en plaza. Las urnas y las papeletas son cosas distintas.
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