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Una hora crítica del País Vasco

Una hora crítica del País Vasco

miércoles 08 de septiembre de 2010, 12:40h

Temo que voy a enfadar a muchos buenos amigos, pero entiendo que la obligación del periodista es contar y decir la verdad como sinceramente la ve, no como pueda ser más popular o bienvenida. Hay lo que hay. El importantísimo tema de la arquitectura territorial del Estado es ciertamente peor que complejo, casi endiablado en España, y en parte principal por el País Vasco y el tan prolongado conflicto terrorista en el mismo, que ha llegado a afectar, en unos u otros momentos, a toda la geografía del Estado, con sucesos tan dramáticos como inolvidables. Pero algo tan aparentemente imposible como la transición sin violencia desde la dictadura a la democracia demostró que incluso los problemas más endiablados tienen solución o salida cuando se suman buena voluntad y buen sentido.

De entrada, por supuesto que no puede haber diálogo, ni mucho menos pacto alguno, entre las autoridades legítimas del Estado y una banda terrorista de tan prolongada y sangrienta historia. Pero afirmado esto de manera rotunda e inequívoca, lo que tampoco puede suceder es que la cuestión vasca se confunda con el problema terrorista de ETA, ya que esto equivaldría a convertir a ETA en algo que de ninguna manera es, atribuyéndole una representación del pueblo vasco de la que absolutamente carece. Si ponemos las cosas en su sitio, ETA no sólo es una organización terrorista, enemiga por tanto de la democracia y desde luego de España, sino que es además el peor lastre que puede padecer el pueblo vasco respecto a sus aspiraciones políticas y económicas.

Y sentado lo anterior de manera inequívoca, quiero avanzar hacia el final del final del argumento con otra afirmación que comprendo polémica, y es que la existencia criminal de ETA no debiera cerrar las vías a la profundización del diálogo entre el Estado y las autoridades democráticas vascas, en orden a la profundización del modelo autonómico que nuestra Constitución reconoce, si bien es cierto que las autoridades democráticas vascas están obligadas a ponerse expresamente en primera posición de confrontación contra ETA. En último término, esto quiere decir que la profundización en el País Vasco del modelo autonómico del Estado sólo podrá caminar y avanzar contra ETA y todo lo que ETA significa. Lo escribiré con más claridad: los propios vascos son las primeras víctimas de ETA y pueden y deben estar en primera línea de actuación para que ETA desaparezca del escenario español y del País Vasco. Corresponde al PNV, como partido nacionalista democrático, un papel determinante en la actitud del pueblo vasco respecto a la banda terrorista, y sus dirigentes lo deben asumir sin paliativos. Y corresponde a las demás fuerzas políticas democráticas de Euskadi ayudar al PNV en esa dirección.

Hay sobrados indicios de que ETA está perdiendo aceleradamente los últimos ya no respaldos, sino tolerancias de la sociedad vasca. Es el momento, por tanto, de ayudar a la sociedad vasca, atendiendo sus legítimas aspiraciones en la medida y sólo en la medida en que discurran por cauces democráticos y dentro del marco de la Constitución vigente. Es la propia sociedad vasca la que debe erradicar de su seno la violencia terrorista, condición previa y necesaria para la profundización autonómica. No es una utopía, sino algo muy posible en el marco constitucional vigente, pero debe quedar claro que nada será posible fuera del marco de la Constitución que todos los ciudadanos del Estado, incluidos los vascos, nos otorgamos de forma democrática y expresa.

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