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Si yo fuera abuelo

Si yo fuera abuelo

sábado 18 de septiembre de 2010, 13:19h
Quiero que dejen a un lado la corrección política y me respondan con el corazón en la mano. ¿Cuál es la primera imagen que se les viene a la cabeza cuando escuchan por televisión al secretario general de la UGT de Andalucía, Manuel Pastrana? No quiero mediatizarles, Sean sinceros. Pues eso mismo. Es lo que me comenta mi hijo cada vez que lo ve y eso que él, estudiante al fin y al cabo, pasa bastante de los sindicatos, los liberados y la huelga general. Bueno, la pregunta es ¿cómo Pastrana puede ser el máximo dirigente del primer sindicato de clase en Andalucía? Incomprensible ¿verdad? Tan incomprensible como su petición a los abuelos para que el día 29 secunden la huelga general y no cuiden a sus nietos. La propuesta sólo se entiende desde la lógica ilógica de estos sindicatos a sueldo del Gobierno, por ello ha sido publicamente aplaudida por su jefe, Cándido Méndez. Claro, se supone que los pensionistas y los parados no van a ir a la huelga (si ella se entiende como el no acudir al cenro de trabajo) porque ya lo están forzosamente los 365 días del año y como entre unos y otros suman ya en España la friolera de más de catorce milones (cinco de desempleados y casi nueve de pensionistas), sería todo un éxito para la UGT que la secundaran. Vamos que, tal y como está el panorama, Méndez y Pastrana se darían con un canto en los dientes. También es verdad que, si yo fuese abuelo, que afortunadamente aún no lo soy, lo único que se me ocurriría es mandar a freir espárragos a Pastrana y reclamarle que, antes de solicitar mi apoyo para que mis nietos no acudieran ese jueves al colegio, más le hubiese valido impedir que me congelaran la pensión, ¡A buenas horas, mangas verdes!

Y es que con esto de la huelga general, muchos españoles estamos ante una complicada disyuntiva. Ya me lo apuntaba la semana pasada mi "Pepito Grillo" particular, Jesús Carlos, un amigo del alma al que he citado varias veces en estos artículos y que me surte gratuitamente de ideas.  Me decía que existe una gran mayoría de ciudadanos a los que no convence nada lo de la huelga general pero que, a la vez, están en total desacuerdo con la política de Rodríguez Zapatero. La cuestión es ¿beneficia el fracaso de la huelga a Zapatero? ¿su éxito significará que los españoles apoyamos a los impresentables de UGT y CC.OO. que viven del cuento y de los presupuestos? Gran dilema. Ser o no ser, he ahí la cuestión. Ir o no a la huelga. Yo propongo una solución intermedia. Que los que tengan trabajo, que tampoco son tantos, acudan a su puesto pero que ese día, y sin que sirva de precedente, hagan de funcionarios, es decir, que no la doblen en todo el día, que salgan cinco veces a tomar café y a hacer las compras del super, que piquen con una hora de retraso aludiendo algún problema personal y que den de mano una hora antes de lo previsto. Así, al menos, podrán cobrar su sueldo íntegro el mes de septiembre, que, con los recortes y el colegio de los niños, tampoco está la cosa como para dispendios. Eso sí, en la puerta de todos los centros de trabajo hay que colocar una gran pancarta bien visible con letras rojas que diga aquello de "Zapatero dimisión" y acudir en masa -con sus padres y sus suegros, incluídos- a arroparla. Con esta medida los sindicatos comprobarán que los trabajadores están hasta la coronilla de ellos y, a la vez, Zapatero se dará cuenta que los españoles no le tragan.
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