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¿No se puede hacer nada?

¿No se puede hacer nada?

lunes 04 de octubre de 2010, 07:54h
   El periodista Fernando Garea ha relatado en el diario El País un comentario que le hizo el diputado socialista Antonio Gutiérrez al presidente Zapatero, la misma frase que le había espetado ya a Felipe González cuando el ahora presidente de la Comisión de Economía del Congreso era secretario general de CCOO: "Cuando se dejan entrar en el Consejo de Ministros las ideas de la derecha, se termina por facilitar que la derecha se quede con la silla del Consejo de Ministros". Es una buena frase pero también un magnífico retrato de lo que acontece en España, donde la izquierda no puede gobernar con su programa electoral, ya que depende tanto de los mercados financieros que debe plegarse a sus consignas. Estamos, sin duda, ante una crisis de dimensión histórica en términos económicos y presupuestarios y a este paso iremos adentrándonos en una crisis política y social que va de la mano. La derecha, con los brazos caídos y sin discurso alternativo, se asoma al poder remolcada por los mercados de capitales, las encuestas y sus medios afines, mientras la izquierda claudica desde el Consejo de Ministros y apenas resiste desde la calle.

   Por muy cierto que sea todo esto de los mercados, que en buena medida lo es, la izquierda está obligada a ir pensando en su discurso de futuro; sobre todo en Europa, donde en apenas unos años ha sido barrida de los gobiernos, incluso de países que sentaron las bases de lo que ahora llamamos el Estado de bienestar, por iniciativa de gobiernos socialdemócratas tras la Segunda Guerra Mundial.

   Para entender que hay alternativas basta con mirar a otros entornos políticos, por primera vez lejos de la Vieja Europa. Y por paradójico que resulte, también a Estados Unidos, donde para reanimar la economía y combatir el desempleo, el presidente Barack Obama abandera una inversión pública de 50.000 millones de dólares en infraestructuras, acompañada de recortes de impuestos a la clase media y a las inversiones privadas en bienes de equipo. El demócrata Obama aplica así una receta del economista Paul Krugman, quien además de lograr el Nobel de Economía ya encarna la versión moderna de John Maynard Keynes. Europa, por el contrario, sigue la receta liberal del austriaco Friedrich August von Hayek, basada en reducir el gasto y el déficit público, que en países como España se había desbocado. La historia se repite pero no siempre, como dirían los portugueses, porque ahora tenemos a Europa identificada con el estadounidense Milton Friedman y la escuela de Chicago --la cara actual de Hayek encarnada en la canciller alemana Angela Merkel--, y a Estados Unidos siguiendo políticas que apadrinó Willy Brandt, uno de los padrinos de Felipe González.
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