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Todos los huevos en una sola canasta

Todos los huevos en una sola canasta

martes 05 de octubre de 2010, 18:06h

Por fin el pueblo pudo entender claramente la burda trampa de la última Ley Electoral

En las elecciones del 26S el PSUV decidió poner todos los huevos en una sola canasta: Hugo Chávez. Nadie sabía quiénes eran los candidatos de esa tolda. El país entero estaba empapelado con las fotografías del líder máximo, quien de manera incansable recorrió hasta el último rincón de nuestra geografía montado en un camión desde el cual llamaba a sus partidarios a votar masivamente por ... por él mismo.

Al mejor estilo de Stalin, Mao, Hitler, Mussolini, Kim Jong-il o Fidel, el líder lucía omnipresente -siempre con su chaqueta tricolor- en todos los rincones del país y en los medios de comunicación del Estado.

Un periodista extranjero me dijo que esa actuación le traía a la mente "El Hermano Mayor", aquella famosa novela de George Orwell.

El líder del PSUV incansablemente dedicó horas y horas en programas de televisión, radio y muy particularmente cadenas nacionales para crear un ambiente de plebiscito y polarizar a la sociedad venezolana. "Hay que pulverizarlos", "vienen por mí", etc. Chávez pasó a ser el tema central de la campaña de Chávez. Como buen soldado, siempre utilizaba como telón de fondo una suerte de guerra en la cual los "escuálidos" tendrían que ser barridos para que pudiera imponerse su revolución.

En mi opinión violaba presuntamente el numeral 3 del art. 5 del Reglamento de la Ley Electoral que prohíbe claramente promover "la discriminación o la intolerancia". También violó presuntamente el numeral 9 que prohíbe utilizar "la imagen, sonido o la presencia de niñas, niños o adolescentes". Y desde luego presuntamente violó el numeral 10 que prohíbe que se utilice "los símbolos nacionales o regionales de la patria o de los próceres de la República Bolivariana de Venezuela, o los colores de la Bandera Nacional o Regional".

Estaba convencido de que arrasaría y de que obtendría al menos las dos terceras partes de los miembros de la Asamblea Nacional. De todas maneras, para no correr riesgos, logró que su Asamblea previamente aprobase una Ley Electoral en la cual se modificaron los circuitos electorales favoreciendo de manera grosera al PSUV y violando el art. 186 de la Constitución que establece expresamente que los diputados serán electos en base a un sistema con:

"... representación proporcional, según una base poblacional del uno coma uno por ciento de la población total del país".

A pesar de la absoluta inconstitucionalidad de esa ley, no había a dónde apelar. Cómo se iba a apelar ante un Tribunal Supremo de Justicia cuya presidenta se declara partidaria de un "nuevo constitucionalismo" que en sus propias palabras se opone a la división de los poderes establecida en la Constitución:

"No podemos seguir pensando en una división de poderes porque eso es un principio que debilita al Estado".

Pareciera que el Estado es Chávez, tal como decía Luis XIV, "L'Ètat c'est moi" (el Estado soy yo).

Pues bien, a pesar de todos los ventajismos imaginables el oficialismo perdió. Quien en la práctica era el único candidato, obtuvo el 48% de los votos y la oposición el 52%. Ese candidato ha perdido, sólo en el último año, más de un millón de votos. Por fin el pueblo pudo entender claramente la burda trampa de la última Ley Electoral a través de la cual el oficialismo logró la magia matemática de obtener el 60% de los diputados con el 48% de los votos.

Pero ahora el líder agarró la bajadita. Los vientos cambiaron. Lamentablemente todos los venezolanos tendremos que pagar, de hoy en adelante, las consecuencias de las absurdas políticas adelantadas por el gobernante a lo largo de los últimos 12 años. Mientras todos los demás países de Latinoamérica retomaron el rumbo del crecimiento y el progreso, Venezuela se enfrenta a una crisis sin precedentes, en la cual la inflación, la devaluación, la escasez, la inseguridad y el desempleo serán el pan nuestro de cada día.

La diferencia es que antes Chávez se las arregló para culpar a otros. ¡Ya no podrá! Él mismo se encargó de convencer al pueblo que él es el Estado.

Muchos piensan que antes de que tomen posesión los nuevos diputados, la ya fenecida Asamblea Nacional aprobará todas la leyes necesarias para consumar el odiado socialismo que pregona el líder para transformarnos en otra Cuba.

Si lo hace, la moribunda popularidad de Chávez se vendrá abajo, porque el pueblo puede ser tonto pero no tanto. Hacer eso equivaldría a bailar un joropo llanero zapateado sobre las cáscaras de los huevos que habían sido colocados en una sola canasta y que ahora yacen en el suelo.

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@josetorohardy

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