Carta abierta a Enrique Curiel

Querido Enrique Curiel:
   
    Yo creía que un intelectual y profesor universitario como tú habría interiorizado siquiera alguna de las doctrinas que desde Parménides hasta la actualidad todos los pensadores dignos de tal nombre han sostenido. Te voy a citar sólo una: “el respeto por la verdad”. Y no me respondas lo que Poncio Pilato le respondió a Jesucristo: “¿Qué es la verdad?”. La verdad, querido Enrique, en este mundo descreído donde nada es verdad ni es mentira, donde todo depende del cristal con que se mira, como decía el gran Calderón, sólo puede ser una cosa: los hechos crudos, podados de toda interpretación y de toda tergiversación. Y esa verdad, querido Enrique, no es nada difícil de adquirir, menos aún para un profesor universitario que, supongo, es capaz de interpretar el sentido de un texto sin recurrir a la hermenéutica, porque otra cosa sería insultarte.

    Querido Enrique, ¿has leído mi ensayo? ¿Sabes lo que dice? ¿Eres capaz de quitarte tus anteojeras de político para leerlo como lo leería uno de tus  estudiantes? ¿Qué pesa más en ti, el sectarismo o el amor por la verdad y el saber, algo a lo que ningún intelectual debería jamás renunciar? ¿En qué te has convertido Enrique? ¿Todavía eres un intelectual  o solamente un comisario político que a la voz de tus jefes arremetes contra un simple ciudadano (porque eso es lo que era yo hace diez años) por opinar libremente? ¿Qué les enseñas a tus alumnos en la Facultad? ¿Les enseñas primero a pensar críticamente y después a acatar lo que las leyes y la mayoría de los ciudadanos decida (como hacía Sócrates, quien como tú muy bien sabes, murió por acatar la Ley aun sabiendo que esa ley era injusta) o simplemente les enseñas a odiar y a insultar a todo aquel que piense diferente a ti?

    Querido Enrique, yo respeto profundamente al Partido Comunista de España de después de la Guerra Civil. El PCE donde estaban integrados todos los intelectuales antifranquistas que no estaban de vacaciones. Permíteme que no respete al PCE de los años 30, que en la tragedia nacional que protagonizaron nuestros abuelos regentaba checas donde se torturaba y se mataba a todos los que no estaban de acuerdo con Stalin: los católicos, los monárquicos, los anarquistas, los falangistas, los liberales y los comunistas del POUM. Comprende que yo no respete a quienes despellejaron vivo y asesinaron a Andreu Nin, ni a quienes fusilaron, torturaron o masacraron a tantas personas de izquierda o de derecha que simplemente no estaban de acuerdo con Stalin o con Negrín.

Insisto Enrique, me quito el sombrero por los antifranquistas de verdad que durante el franquismo militaron en el PCE porque era la única oposición organizada al franquismo. Y te digo más, buena parte, por no decir la mayor parte, del prestigio que tuvo el PCE entre los españoles fue precisamente debido a muchos intelectuales que, sin ser comunistas, ingresaron en el PCE para combatir el franquismo.

    Espero que tus excesos verbales contra mi persona (y contra la persona de Esperanza Aguirre, que muy lúcidamente te arrepentiste de publicar) sean únicamente fruto de un calentón ante una noticia completamente falsa y tergiversada por algunos de tus actuales compañeros de partido (PSOE), al que respeto, y que no se merecen que individuos de la calaña de los que han pergeñado la infamia contra mí (y que actualmente gobiernan la ciudad de Leganés), infamia que tú das por buena sin contrastar, sean sólo eso: un calentón irreflexivo. Espero, deseo, y admitiré de muy buen grado tus disculpas públicas, pues públicamente me ofendiste a mí, y lo que es mucho más grave, ofendiste al Partido Popular, un partido al menos tan democrático y respetuoso de las libertades constitucionales como aquel en el que tú actualmente militas.

Jesús Gómez Ruiz es Presidente del Partido Popular de Leganés

Este artículo es una respuesta al artículo de opinión de Enrique Curiel: Los nazis del PP