www.diariocritico.com
Pasaba por aquí: Gaznápiras

Pasaba por aquí: Gaznápiras

martes 12 de octubre de 2010, 10:36h

He de admitir que veo poco la televisión. Si acaso, algún informativo y alguna película. A veces la dejo (a la televisión) moverse a su libre albedrío, irse de un canal a otro, lo que se ha dado en llamar zapear. Iba a ponerle comillas pero resulta que la RAE ya ha admitido el palabro…

Bien, pues en éstas estaba, hojeando el periódico y dejando a la tele campar por libre cuando, hete aquí, lector improbable que acaso me estás leyendo, que me encuentro de sopetón, sin que nadie avise antes, o pongan un par de rombos o una advertencia, o algo… me encuentro, decía, con una auténtica y genuina gaznápira. Señor, señor… Hacía mucho que no usaba esta palabra, seguro que en breve la quitarán los señores de la RAE porque nadie la usa y porque hay que hacer hueco a palabros como zapear y los diccionarios no pueden tener veinte volúmenes como si fueran enciclopedias. A lo que iba, me encuentro en plena pantalla de plasma con una susodicha gaznápira. (Lo pongo ya, lo que dice la RAE al respecto): Palurdo, simplón, torpe, que se queda embobado con cualquier cosa. Se dirá usted, admirable lector, que la gaznápira sería yo, quedándome embobada cual palurda simplona y torpe contemplando a otra gaznápira en la televisión. No, no quería decir eso. Realmente cuando mi padre (era él quien usaba esa palabra tan olvidada) se refería a una mujer llamándola gaznápira lo hacía ampliando mucho más la acepción, dándole un toque ofensivo, como si la tipa fuera una lagarta, para entendernos.

Y ya voy concluyendo el objeto de estas líneas, que no es otro que la indignación, la ira incluso, que se apoderó de mí viendo un avance de la nueva temporada de un programa dedicado a… ¡las mujeres ricas! No sólo es que alguien haya ideado, producido y emitido un programa así, es que repiten en la parrilla en la nueva temporada, por lo que deduzco que algo de audiencia debieron de tener el curso pasado… Sí, ahí las tienen, mujeres ricas que hablan como si tuvieran una patata caliente en la boca, que nos enseñan mansiones (horteras a más no poder, pero mansiones), cochazos, joyazas y maridazos (supongo) que las mantienen en el mundo de color que supone ser tan rica, tan guapa, tan operada y tan gaznápira. Uno de esos ejemplares de mujer rica que se asomó a mi plasma sin previo aviso iba a comprarse, o le gustaba, o quería que se lo comprase su marido (no me fijé bien) un cuadrito, pero monísimo, oiga, de Miró. Sí, del mismísimo don Joan Miró. No sé si el objetivo de ese capítulo era que los espectadores del montón, los que no somos ricos ni nada, comprendiéramos que ser millonario no supone ser ignorante y que las grandes fortunas aman el arte, igual que lo amaba el señor Roca, famoso y rico en Marbella, que tenía no sé si un Miró o un Dalí en su retrete.
Total, que la mujer rica decía que quería el Miró y lo quería pero ya, o sea, ahora mismo.

Y me ha parecido tan repugnante, tan vomitivo, tan espeluznante, tan… que me he quedado sin adjetivos, he apagado la televisión y me he puesto a escribir esta columna sobre gaznápiras y gentuza en general. Ya perdonará, querido lector, el desahogo.

¿Te ha parecido interesante esta noticia?    Si (2)    No(0)

+
0 comentarios