Se está haciendo rogar el nombramiento del nuevo ministro de Trabajo. Aunque en principio el relevo de Celestino Corbacho estaba previsto para la pasada semana, Zapatero decidió luego posponerlo hasta que el Proyecto de Presupuestos Generales del Estado salvara las distintas enmiendas a la totalidad presentadas por la oposición. Ese obstáculo lo superó ayer el gobierno con el consabido e interesado apoyo de los nacionalistas vascos y canarios. Se supone por tanto que hoy será el día en que conoceremos quien se hace cargo de la cartera de Trabajo. Preguntado al respecto el pasado domingo en Ponferrada, Zapatero se descolgó afirmando que el elegido lo intuye.
Intuiciones aparte, el topillo no oculta que le gustaría que ese elegido fuera Octavio Granado. No por el mero hecho de que sea de Castilla y León, sino porque el burgalés es un político forjado en esta comunidad -sin duda uno de los mejores parlamentarios que han conocido las Cortes regionales en sus 27 años de historia- y, lo que es más importante, comprometido de siempre con esta tierra.
Pero las quinielas de última hora hablan de otros nombres. Según medios cercanos a la Moncloa se última una remodelación profunda del Gobierno de Zapatero. Aseguran en este sentido, que el posible sustituto de Corbacho sería Valeriano Gómez.
El nombramiento de Granado devolvería además a Castilla y León una representación ministerial que perdió al comienzo de la presente Legislatura, en la que Zapatero dejó fuera de su gobierno al salmantino Jesús Caldera y al leonés José Antonio Alonso. En tan solo unas horas saldremos de dudas. Eso sí, aunque no tengamos a ministros de esta tierra, tenemos al presidente. Que ya es suficiente...
Si (
No(
