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Catalunya se automargina

Catalunya se automargina

miércoles 20 de octubre de 2010, 12:55h
Erróneamente, Catalunya se automargina en las grandes decisiones del panorama político general y gasta su polvera en salvas, La alarma está empezando a cundir fuertemente en la opinión pública catalana, mientras sus políticos siguen disparando en sus juegos de fogueo.

Algunos acontecimientos concretos de los últimos días ya han hecho mella y constituyen un serio toque de atención sobre esto. Son, principalmente, los cuatro siguientes:

Primero. El acuerdo de Zapatero con el Partido Nacionalista Vasco (PNV), que precisamente está en la oposición en Euskadi, que salva los Presupuestos Generales del Estado y le garantiza la continuidad en la Presidencia del Gobierno hasta el final de la legislatura. Un pacto oscuro y discutible, pero muy importante para la estabilidad del Gobierno central durante casi un año y medio, y muy que rentable económica y políticamente para el para el nacionalismo vasco y para Euskadi, que ve cumplidas veinte reivindicaciones establecidas en su Estatuto de Autonomía, además de un reconocimiento de facto como posible mediador en el problema de ETA.

Segundo. Una cierta marginación de Catalunya en la actual remodelación del Gobierno, en la que andaluces y vascos ganan posiciones, mientras el Partido Socialista catalán ve debilitada su posición en la escena política general, precisamente en vísperas electorales en que todo apunta a una victoria de Convergencia i Unió, que preside el ascendente liderazgo de Artur Mas. Lo cual parase una nueva maniobra de Zapatero para intentar contar en el futuro con los votos parlamentarios de CiU, de momento a cambio de humo.

Tercero. El pinchazo de los llamados referéndums soberanistas catalanes cada vez que se llevan a cabo en poblaciones más importantes. Consultas populares que están desinflando cierta euforia inicial y que finalmente, en la práctica, podrían  resultar contraproducentes para las intenciones inmediatas de sus impulsores. Se habrá comprobado que el separatismo sigue siendo muy minoritario en Catalunya, dejando así de ser un objetivo entusiasmadle a corto y mediano plazo, y un temor inminente para el resto del Estado español.

Cuarto. Conforme se acercan las elecciones autonómicas catalanas, los dos grandes partidos con posibilidades de gobernar (CiU y PSC), se distancian más o menos claramente, del soberanismo -el PSC de forma contundente y CiU más sutilmente- en busca del voto llamado español, mayoritario en las grandes urbes y áreas metropolitanas. Queda así patente en doble juego o la ambigüedad de algunas formaciones políticas de Catalunya: una cosa es la retórica, para no perder imagen interior y no dejarse ganar espacio por la proliferación de partidos y plataformas soberanistas,  y otra cosa es la necesidad de recoger trigo de verdad en las urnas.

Con sus encendidas e inacabables polémicas domésticas, por trascendentales que parezcan, Catalunya está gastando la pólvora de sus energías que necesita para influir decisivamente en la gobernación estatal, como ha propugnado tradicionalmente el catalanismo. Y en esta automarginación, si inmola (a corto plazo inútilmente) en aras de un sueño romántico que alguien ha calificado de “refugio” de muchas frustraciones y de ilusiones difícilmente alcanzables.

Mientras Catalunya se automargina, gastando pólvora en salvas y en lamentos victimistas, otros se llevan el gato al agua.


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