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Anteayer

Anteayer

lunes 25 de octubre de 2010, 18:04h
Cumplido el trámite de comprar unos votos minoritarios para sacar adelante unos presupuestos basados en un cálculo falso de gastos e ingresos que no se corresponde a unas previsiones verosímiles, el presidente Rodríguez Zapatero ha realizado un cambio de gobierno en el que no ha merecido ninguna atención la economía. Esta desatención a los problemas socioeconómicos en los españoles, no es un defecto exclusivo de Zapatero sino una consecuencia reiterada de la mentalidad socialista de ayer y de anteayer.

No es solo la crisis actual la que origina la debilidad de nuestra economía. Los frenos a la política hidráulica y energética que perjudican a nuestra agricultura y a nuestra industria son consecuencias de los sermones izquierdistas contra la energía nuclear y los embalses y trasvases de cuenca. Los socialistas de ayer y de anteayer decidieron que nuestra insuficiencia energética se resolviese mediante alternativas caras e inmaduras, subvencionadas con facturas sobrecargadas e impuestos y que la electricidad se comprase al exterior a precios superiores a su coste o se produjese con combustibles de importación gravemente encarecidos por la crisis. También engañaron a muchos españoles con el cuento de que las carencias de agua se resolverían con desaladoras que volverían potable el caudal vertido al mar por nuestros ríos. Hoy no tenemos energía suficiente para hacer funcionar a precios razonables a tales hipotéticas desaladoras y no se mantiene el equilibrio hidráulico del territorio nacional. La industria es menos competitiva porque cuesta más la producción y la agricultura está condicionada por las dificultades de riego. Y es que, con crisis o sin ella, cuando los socialistas hablan de progreso hay que entender atraso y ruina. 

    Zapatero, en el acto final de su liquidación por derribo, se ha atrincherado en La Moncloa a la sombra de Rubalcaba, un ex ministro de Felipe González convertido en copresidente policial y todopoderoso. En el ministerio de Trabajo, afectado por un paro escandaloso, ha puesto a un ugetista manifestante hace semanas contra las medidas anti recesión propuestas por Europa. Supervive una vicepresidenta económica sin prestigio y un titular de Industria conocido por su premonitorio regalo de bombillas de bajo consumo. Queda lo peor del ayer y se retrocede al anteayer socialista para afrontar un mañana sin otro objetivo que mantener a Zapatero un año y medio vacunado contra abucheos y retirado en La Moncloa. Zapatero ha hecho guiños a una izquierda que ya no cree en él y no ha enviado una sola señal de rectificación a la mayoría independiente. No es capaz de dar un solo paso adelante y solo confía en que el copresidente policial y todopoderoso Rubalcaba le defienda con todas sus mañas, que son muchas y tenebrosas. Pero las últimas encuestas evidencian que la maniobra defensiva no es eficaz. La indiferencia de la opinión pública demuestra que la liquidación por derribo del zapaterismo de ayer y del socialismo de anteayer continua implacable.

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