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Hosteleros y fumadores

Hosteleros y fumadores

miércoles 27 de octubre de 2010, 08:34h
Cuando faltan poco más de dos meses para que entre en vigor la normativa que prohíbe el tabaco en los establecimientos públicos, los hosteleros españoles advierten de que no van a hacer de inspectores ni de policías sobre sus clientes, puesto que ni están facultados para ello ni tienen medios para ejercer esas tareas. Y que es, por tanto, la Administración la que debe actuar en consecuencia. También señalan los hosteleros españoles que están “radicalmente a favor de la salud”, pero  rechazan que se hayan dado bandazos en la legislación con “ahora sí, ahora no; ahora cien metros cuadrados, ahora separación”, en los últimos años y con absoluta incoherencia. También piden compensaciones para los empresarios que, con la mejor voluntad y en cumplimiento de la ley, han hecho inversiones importantes en la separación de zonas de fumadores y de no fumadores, mamparas o habitáculos que ahora no sirven para nada. Y añaden a sus demandas que la nueva normativa sea igual para toda España y que, por tanto, no se aplique de modo distinto en las diferentes comunidades autónomas.

Por lo demás, y sin salirse ni un ápice de su intención de colaborar con las autoridades sanitarias, se plantean qué puede significar para su mundo económico y laboral el que, debido a una prohibición tan drástica, terminen cerrando un 15 o un 20 por ciento de los establecimientos hosteleros, tal como ha ocurrido con los pubs, bares y restaurantes de Irlanda o de Gran Bretaña, países que, como España, tienen una gran tradición de consumo de tabaco. Y proponen el ejemplo de otros países en que se mantienen zonas de fumadores “incluso no atendidas por personal de la casa para que la salud de los trabajadores no sea perjudicada”.

En resumen, que estamos ante una medida que tiene su lógica desde la perspectiva de que el tabaco es nocivo para la salud y de que nadie debe ser obligado a convertirse en un fumador pasivo e involuntario. Pero también estamos ante unas decisiones administrativas lastradas por el titubeo, por la demagogia y por el castigo económico a quienes, en cumplimiento de la ley de hace cuatro años, han gastado dinero en unas reformas y en unas separaciones y en unas mamparas que, dentro de dos meses, irán a la basura. Es decir: que los empresarios más celosos en colaborar van a resultar los más perjudicados, lo que resultaría, en el caso de que no se les indemnice, escandalosamente injusto.


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