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Chauvin, el arte de la joyería

Chauvin, el arte de la joyería

sábado 30 de octubre de 2010, 16:23h

Hay una frase de Saint-Exupèry, sí, el autor de “El pequeño príncipe”, que le viene que ni al pelo al joyero artesano Juan Luis Chauvin.  Dice: “Crear es hacer cualquier cosa con fervor”. Y eso es lo que hace este hombre con las joyas que salen primero de su magín y luego de sus manos. Porque Chauvin, desde su tienda taller en la sevillana calle de Álvarez Quintero, va dejando destellos de su pasión en unos pendientes de coral piel de ángel y brillantes; un anillo en el que los diamantes negros alternan con los blancos en un luminoso damero; unos pendientes de rubíes y brillantes y un sinfín de piezas que esperan la hora de ser puestas en danza.

Chauvin tiene un pasado artesanal muy familiar, en el que puso la primera piedra su tatarabuelo, un relojero que vino de París a instalarse en la Plaza de San Francisco. Luego su bisabuelo abrió el taller de joyería y la saga continuó, no sólo en los que llevaban la voz cantante del negocio, sino en sus operarios, porque hay oficios que se transmiten por vía láctea.

Este artesano joyero dice que el oro amarillo ha subido enteros en las llamadas tendencias en el sector, en detrimento del blanco, al que al parecer se le ha pasado la época. Se llevan las piedras de colores, las sortijas exageradamente grandes y el coral piel de ángel, enfrentado al rojo de toda la vida, al que algunas señoras ven un tanto ordinario u ostentoso en el mejor de los casos. Las perlas continúan su imperturbable camino, aunque han bajado un escalón por la saturación del mercado, y los brillantes siguen su marcha y son los más demandados para las sortijas de pedida. Pero como buen comerciante, Chauvin es un psicólogo de mostrador, que suelen ser los mejores porque su oficio está basado en la experiencia. Como tal asegura que son los hombres los mejores clientes; que el sevillano entiende de joyas y que los brillantes y las esmeraldas son lo que más le gusta.

Cartier

Para Chauvin, sin embargo, la etapa gloriosa de la joyería fue el Art Nouveau o Art Déco; o sea los años veinte y treinta del siglo pasado, el período de entreguerras, muy boyante económicamente. “Eran piezas a veces muy recargadas, pero espectaculares. Se utilizaba mucho el brillante, aunque también el coral y el ónice. Cartier fue el máximo exponente y un gran revolucionario de la joyería. Yo a veces compro piezas de este período en ferias o anticuarios, pero no para venderlas, sino para contemplarlas. Aunque es verdad que una vez que acabo una de mis joyas me cuesta desprenderme de ella. Me ha pasado con varias. En la actualidad con estos corales de piel de ángel, que luce, como todas las piezas de este reportaje la estudiante de Derecho Pilar Martín Rodríguez. Para mí son como si fueran mis hijas, a las que le he dedicado todos mis desvelos”.

Chauvin dice que la crisis económico financiera ha afectado al sector. “Mi clientela pertenece a una clase media de profesionales, la más perjudicada por la situación. Pero yo no desespero, sobre todo teniendo en cuenta lo que solía decir mi abuelo: “Si España fue capaz de superar una postguerra, ¿cómo no va a salir de una crisis? “

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