Mar de fondo en el reino de Herrera

   No descubriría yo nada nuevo si les dijera que el gobierno que preside Juan Vicente Herrera jamás ha sido lo que se dice una piña. Aunque las tensiones nunca han aflorado, desde el año 2003 han podido reconocerse en su seno dos bloques distintos y distantes que han venido coexistiendo junto a una minoría de consejeros no alineados. Sin embargo, con el paso del tiempo, determinadas alianzas han cambiado, los bandos consiguientemente también, y los recelos y zancadillas cada vez se disimulan peor. Frente a las doce actuales, el horizonte de un futuro Consejo de Gobierno con no mas de ocho Consejerías está agitando por momentos ese mar de fondo.

 En realidad ya no puede hablarse de dos bloques enfrentados. Aunque algunos se resisten a dar crédito a ello, sus antiguas cabezas visibles, Tomás Villanueva y José Antonio de Santiago-Juárez, han pasado a ser  aliados en creciente sintonía. Por las razones que sean -la excusa ha sido la rebelión del PP en Ávila y Segovia en el tema Cajas- el tándem que el primero ha formado durante años con Alfonso Fernández Mañueco ha saltado por los aires. Dicho mas claramente: Villanueva ha abandonado a su suerte a Fernández Mañueco y se ha aliado con De Santiago-Juárez, cuya obsesión por liquidar al consejero de Justicia e Interior y secretario regional del PP ha rozado siempre lo patológico. De ahí que no quepa hablar ya con propiedad de dos bloques enfrentados.

Neutralizado Villanueva, cuyo único objetivo es sobrevivir -bien como consejero aun perdiendo el rango de vicepresidente, bien como futuro presidente de las Cortes regionales-  De Santiago-Juárez trata ahora por todos los medios de que Mañueco tire la toalla y se retire a la alcaldía de Salamanca, dejando así disponible tanto su puesto en la Junta como la secretaría regional del PP. (Esta última silla ya se la intentó mover en el ultimo congreso regional del PP, en el que maniobró intentando colocar en su lugar a Rosa Valdeón, la alcaldesa de Zamora).

Pero no es Mañueco el único objetivo a batir por “Picalcaba”, como ocurrentemente le ha bautizado el “hurón” de Felíx Lázaro. Como bien apuntaba hace unos días DCCyL, el protagonismo mediático de Silvia Clemente y su ascendente proyección política despierta incontenibles celos  entre quien se ha propuesto controlarlo todo. La  mano que mece la cuna no perdonará nunca que la marca “Tierra de sabor” haya eclipsado a ese adefesio tenido por marca-territorio. Y es de los que aprovecha cualquier resquicio para tomarse la revancha,  siempre, eso sí, encomendando el trabajo sucio al vasallo de turno.

 Atrás quedó como primera victima la vicepresidenta y consejera de Medio Ambiente, María Jesús Ruíz, quién, tras ser utilizada como punta de lanza  durante la anterior legislatura, fue abandonada después como quien tira un “kleneex”. Y ahí está vegetando como alma en pena, autodesahuciada de forma casi patética.

 Vista la deriva que han tomado las cosas, no es de extrañar que otros aspirantes a sobrevivir, como Antonio Silván, opten por hacer el menor ruido posible, intenten confundirse con el paisaje y saquen la cabeza lo imprescindible para respirar. En el caso del consejero de Fomento, encomendándose a San Froilán para que no le caiga el marrón de la candidatura a la alcaldía de León.

 Y todo ello ante la proverbial pusilanimidad de un entronizado presidente que cada vez reina mas y gobierna menos.

(En las fotografías Tomás Villanueva y José Antonio de Santiago-Juárez)