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Monstruos goyescos

Monstruos goyescos

miércoles 10 de noviembre de 2010, 22:40h
La creación se basa en la realidad preexistente. Por más abstracta que parezca la obra, proviene de una realidad. Por más fantasioso que sea el creador, su producto proviene de una realidad preexistente necesariamente perceptible en la obra. Algo así ocurre con la prensa. Por más que ésta deforme la realidad, la cosa que comunica proviene de una realidad genitiva que es la “apisonadora de la Historia”. Crear noticias e interpretaciones con fines espurios, es la esencia de los medios de comunicación, que obran como punta de lanza de la política salvo honrosas excepciones. El periodismo ya es una especialidad política, una fuerza de choque, “el cuarto poder”, el quehacer que con mayor facilidad viola la deontología de los oficios, en contra de la verdad.

La política es esencialmente perversa, y su punta de lanza, el periodismo, cumple la premisa de que la conjunción de “ética y política” es un puente frágil. Ese “puente”, desde la instauración del gobierno de la oligarquía financiera, se ha roto y nadie sabe o quiere arreglarlo. Así, la “realidad” que transmiten los medios a modo de voceros de la política, está impregnada de iniquidades provenientes de la subjetividad excluyente. Mucho del desastre moral de Occidente podría adjudicarse a la ignorancia, a la penuria lingüística, al precio de los hombres, pero se debe sobre todo a la perversión de las mentiras fundamentales del sistema. Ya se sabe que la verdad nos hará libres, y que, mientras tanto, la mentira nos hace creyentes. Creemos en lo que nos conviene creer porque la verdad nos resulta insoportable. Sería doloroso admitir que uno es, por ejemplo, un pusilánime, precisamente porque el saber produce dolor. Nadie quiere saber, sino que se maneja con un supuesto saber que hace verdad del error. Pero fíjese usted que el delincuente fugitivo acaba por procurar su propia captura para que se haga justicia. Él visita el lugar del crimen, ofrece pistas, inclusive de modo inconsciente deja sus huellas para que lo atrapen. No soporta la mentira que lo hace creerse libre, sino que buscará expiar la culpa para liberarse a través de la verdad. Este es el tormento esencial de Occidente y su prensa, y así nos va, como víctimas de la Gran Mentira que ya les consta a todos. En ese sentido, salvando las distancias con la hermenéutica y las ciencias de la psique, véase que el tormento produce enfermedades: la mitomanía, la cleptomanía, la neurosis, la psicosis, el infarto al fin, y un largo etcétera que no cabe en las guardias colapsadas de los hospitales. Mientras la prensa coma de la mano de la clase política, mientras sea una prensa cautiva, mientras perdure el miedo a la libertad, la prensa será el lienzo donde la política pinta sus monstruos goyescos.

Eduardo Keudell. Periodista y escritor.
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