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El sopetón de Obama

El sopetón de Obama

viernes 12 de noviembre de 2010, 15:38h

Una opinión muy extendida en Estados Unidos es que el presidente Obama se refugiará en la política internacional para consolarse de la derrota electoral de la semana pasada, pero la cumbre del G-20 para haberle llevado de Málaga a Malagón: fuera de Estados Unidos le hacen tan poco caso como dentro y las lisonjas de hace una año se han convertido en críticas y desilusión.

Las medidas reactivadoras anunciadas por el Banco Central o 'Fed', como aquí conocen a la Reserva Federal, generan poca confianza y tan solo han logrado un consenso: que llevarán a una devaluación del dólar, algo especialmente mal recibido fuera de Estados Unidos. Si en esto coinciden norteamericanos y extranjeros, la valoración es diferente: en Estados Unidos, preocupa menos la bajada del dólar que la posibilidad de que esta segunda inyección de fondos sirva tan poco como la primera para resolver el principal problema del país, que es el desempleo. Y es un problema tenaz, pues ha pasado del 6 al 9.5% desde que Obama ganó las elecciones y no lleva trazas de amainar.

Las dudas en cuanto al programa del Fed se deben a que 600 mil millones de dólares son mucho dinero que entra por la puerta trasera y suscita la pregunta de si será efectivo: ¿dónde están las medidas reactivadoras útiles, capaces de generar riqueza? Son los legisladores y la rama ejecutiva quienes pueden aplicarlas, no el Banco Central, que se ha sentido obligado a empuñar el timón ante la parálisis en los cuerpos encargados de dirigir la economía.

El dinero que el presidente del Banco Central Ben Bernanke destina a la "quantitative easing", como aquí se conoce la decisión de comprar deuda, equivale según la interpretación general a imprimir dinero, pero solo el Congreso y la Casa Blanca pueden dictar medidas que acaben con la incertidumbre que congela los créditos y las inversiones: los 600 mil millones que el Fed va a inyectar en la economía, palidecen ante el billón largo, posiblemente hasta 1.3 billones de dólares, en liquidez no utilizada por empresarios grandes y pequeños.

Si este dinero empieza a circular, en una situación monetaria manipulada por el Fed, muchos temen que sea imposible controlar una inflación galopante. Y el temor no se limita a debates académicos, sino que ha llevado el precio del oro a unos niveles insospechables hace menos de un año.

Pero la decisión del Fed no puede haber tomado a nadie por sorpresa: hace tiempo que Obama repite que es preciso un nuevo equilibrio, que no puede continuar el patrón de que su país arrastre un enorme déficit del que se benefician países exportadores con grandes superávits comerciales y esto mismo ha dicho también su secretario del Tesoro Tim Geithner. Por si las intenciones no eran suficientemente claras, Obama anunció hace pocos meses su plan de doblar las exportaciones norteamericanas en un plazo de cinco años.

En el estímulo económico para Estados Unidos, todos tienen su parte de razón. Chinos y alemanes, que tanto critican al Fed, tienen en común que ambos son países exportadores y no les gusta perder ventajas en el mayor de los mercados. Además, China se halla ligada a la moneda norteamericana, un país del que se ha convertido en el principal acreedor. Y en esto de deudas, la ventaja acostumbra a tenerla el deudor, quien tiene en sus manos decidir si quiere -o puede- pagar lo que debe.

Si hay razones para criticar la política de Estados Unidos porque la ven como una devaluación, también Obama tiene sus argumentos válidos cuando dice que si la economía norteamericana no mejora, tampoco lo hará la del resto del mundo, porque es como un tren sin locomotora.

Cierto es que uno puede imaginar un mundo sin la superpotencia norteamericana, pero aunque muchos desearían la desaparición del que llaman el 'hegemón', esto tan solo puede producirse a lo largo de mucho tiempo y a costa de muchas convulsiones. En realidad, hay quienes sospechan que esto es precisamente lo que está pasando ya, sin que nadie sea consciente de lo que ocurre porque estamos inmersos en el proceso y nos falta perspectiva histórica.

Quizá los libros de historia señalen algún día que la salida del patrón oro, el crecimiento de la China, la aparición de otras monedas de reserva y la incapacidad norteamericana de poner orden en sus finanzas, fueron los pasos en la desaparición del país que había sido la gran potencia económica del siglo 20.

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