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La presidencia de CEOE: horas decisivas

La presidencia de CEOE: horas decisivas

sábado 13 de noviembre de 2010, 13:13h
Manuel Pizarro es un nombre de máxima categoría y una persona de alto nivel intelectual y de gran fiabilidad. Sería sin duda un extraordinario presidente de la CEOE en estos tiempos difíciles, pero no es persona que guste de verse en  el centro de la polémica y aunque probablemente se sienta tentado por el desafío y empujado desde luego por muy relevantes personalidades económicas y políticas, tengo la sospecha de que finalmente Manuel Pizarro puede no dar el paso  de concurrir a las elecciones para la presidencia de la CEOE, máxime en estos tiempos difíciles en que la patronal debe intentar al menos reponerse de una etapa desafortunada, no tanto por el propio Gerardo Díaz Ferrán como por las circunstancias personales y empresariales que han  concurrido en el peor momento y por su reiterada tendencia a equivocarse en la elección de colaboradores.

Tengo el más alto concepto intelectual y empresarial de Manuel Pizarro, me consta que es un verdadero liberal, un hombre de ideas modernas, serio, riguroso y que sin duda cree en los valores del libre mercado, pero de ninguna manera podría decir lo mismo de algunos de quienes quieren animarle a formalizar su candidatura. Y tengo la sospecha de que el interesado podría pensar lo mismo. El caso es que en esta hora oscura de la gestión política de España, ha llegado, una vez más, el momento de superar todos los viejos prejuicios, y unir el esfuerzo de los liberales de todo el país, de todas las Comunidades autónomas. Para presidir la CEOE con el alto nivel que la organización merece, tanto valen Manuel Pizarro como Joan Rosell, y lo que ni uno ni otro deben permitirse es que, por su calidad común de hombres de bien y auténticos liberales, cedan el paso a cualquiera que sea que no esté a su nivel y fiabilidad y profundice la actual decadencia social de CEOE, porque el país necesita una patronal seria, rigurosa, potente, como la que construyeron sus anteriores presidentes y desde luego el inolvidable José María Cuevas.

El final del final es que no me gustaría ver competir por la presidencia de la CEOE a dos candidatos tan altamente cualificados para desempeñar esa responsabilidad como Joan Rosell y Manuel Pizarro. ¿No sería todavía posible un acuerdo de todos los liberales en torno a una sola candidatura, para la que cualquiera de los dos citados representan un valor seguro de cualidades personales y preparación intelectual? La presidencia de CEOE es muy importante en cualquier momento de la vida del país, pero adquiere inevitablemente una condición estratégica en tiempos de tan grave crisis económica como la que padecemos. Es también muy importante que todas las Comunidades Autónomas del Estado se sientan bien representadas en la patronal española, y desde luego es no ya importante sino esencial que no haya prejuicios contra ningún candidato por razón de la Comunidad Autónoma de la que provenga. ¿Un catalán al frente de la CEOE? La respuesta es ¿por qué no si tiene las condiciones personales e intelectuales necesarias para tan alta responsabilidad? Lo mismo da un catalán, que un andaluz, un gallego, un madrileño, un canario o de cualquier otra procedencia. Lo que importa es su cualificación profesional e intelectual y su calidad moral, y desde luego, que crea sinceramente en los valores del libre mercado y tenga capacidad para aunar voluntades y conseguir acuerdos de amplio espectro. Así debe ser el presidente de CEOE que los españoles nos merecemos, y desde luego es que se merece una organización que tuvo un presidente tan serio como carismático en la irrepetible personalidad del castellano José María Cuevas.
 
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