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Desde el gallo de la Almudena: Esa chica y ese muchachuelo de Valladolid

Desde el gallo de la Almudena: Esa chica y ese muchachuelo de Valladolid

domingo 21 de noviembre de 2010, 21:38h
Si hay una mujer poderosa en el PP –por delegación se entiende- esa es Soraya Sáenz de Santamaría, portavoz del primer partido de la oposición en el Congreso de los Diputados. Se trata, dicen, de la chica preferida de Mariano Rajoy.

Es menuda como un soplo pero trabajadora como una hormiga.

Cuando el jefe de la derecha le nombró para sustituir al inquietante Eduardo Zaplana en uno de los puestos más decisivos de una formación política en la oposición muchos del PP se llevaron las manos a la cabeza.

¡Durará dos días! ¡Se la comerán con papas! ¡No tiene experiencia! ¡Ni ancestro en la derecha!

Pues bien casi tres años después, Sorayita se ha hecho con los mandos, remitió al averno a los zaplanistas que querían hacerle la cusqui y se ha asentado como una parlamentaria notable.

Está en el cogollo del Partido Popular y tiene mando en plaza. He coincidido con ella en diversos programas de televisión y recientemente mantuve una amplia entrevista al objeto de tabular un libro sobre el PP rajoniano que pronto verá la luz.

Entiendo que es una mujer moderada, centrista, que huye de la alharaca huera que tanto abunda por estos pagos.

Tendrá un lugar al sol en el universo marianista si realmente el gallego consigue llegar a la tierra prometida.

El muchachuelo

El otro se llama Miguel Ángel Cortés un viejo escualo de aguas turbias. Ha hecho toda su carrera y su fortuna colgado del brazo de José María Aznar y cuando llegó la hora de Rajoy se pasó con armas y bagages.

Nunca me gustó este tipo. Bizcochable, pegajoso, despreciador del pueblo llano, no me explico qué coño hace representando al sano pueblo vallisoletano. ¡Le importa un carajo el pueblo! A él lo que le interesa es el poder económico, el arte como negocio, el oropel, los salones, codearse con la intelectualidad, la mamandurria, vamos.

Es el ejemplo vivo de lo que se conoce como “casta” política que tanto abomina el pueblo llano. Es una perversión del sistema. Está ahí no porque lo deseen los militantes del PP, ni los votantes. No. Está ahí por las camarillas, por las conspiraciones por el intercambio de cromos.

Me contaron una vez una historia que no sé si es cierta a propósito de su afición a coleccionar arte, especialmente cuadros.

Ya me dirán ustedes como se puede hacer eso con el sueldo de diputado.

¡Ah!, se me olvidaba. Fue Secretario de Estado de Cultura…

Graciano Palomo. Periodista.
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