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¿Crisis? ¿Qué crisis?

domingo 28 de noviembre de 2010, 23:01h

“¿Crisis? ¿Qué crisis?”, podemos preguntarnos como lo hacía Supertramp. Cierto es que Zapatero y los mercados internacionales nos tienen al borde del abismo, pero Castilla y León no se hundirá así como así. Aquí todo sigue marchando sobre ruedas. El otro día oí al presidente de la Junta, a quién yo siempre creo a pies juntillas, anunciar brotes verdes en el sector turístico. Es solo un ejemplo. En el pasado pleno de las Cortes repasó de carrerilla la ristra de éxitos cosechada en los últimos tiempos. Desde la nueva Agenda de la Población al reciente Plan de Convergencia pasando por la Renta Básica de Ciudadanía, las fusiones de las Cajas y esa Macrorregión europea que es la repanocha.

Quien vea en Castilla y León indicios de ciclo político agotado, no está en este mundo. Es verdad que Juan Vicente Herrera lleva ya en el Colegio de la Asunción mas tiempo que Juan José Lucas, pero está que se sale y mantiene la ilusión de un recién llegado. Si alguien acusa signos de fatiga, ese no es nuestro presidente.

 Desconozco, por ejemplo, si Tomás Villanueva, tras 16 años en los que ha pasado por tres Consejerías, está dispuesto a seguir al pie del cañón o prefiere pasar a una segunda línea menos estresante. Sería humano y  no por ello habría de cundir la alarma. Sin salir de la Junta encontraríamos  alternativas de toda garantía, incluso alguna a primera vista insospechada. Fijémonos en lo mas inmediato: Castilla y León está deslumbrando estos días al mundo en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (México), donde estamos proyectando toda nuestra vocación como renovada unidad de destino en lo universal.

 Los resentidos de siempre, reforzados por los cabreados de turno, andan lanzando la especie de que la embajada cultural desplazada a México está sobredimensionada y de que en ella ni son todos los que están ni están todos los que son. No niego que esto último sea opinable. Pero lo que no admito es que se hable de dispendio cuando el riguroso estudio económico aportado por la consejera de Cultura indica que nuestra presencia en esa Feria va a reportar a la comunidad un retorno de 18 millones de euros. ¡Con un gasto de un millón vamos a obtener 17 mas!  El negocio no puede ser mas redondo. Por lo tanto, de despilfarro, nada. Me consta además la gran  austeridad con que se ha gestionado todo el evento y al respecto solo les daré un dato: la compañía Iberia no había conocido hasta ahora un caso igual a la hora de negociar el coste de los billetes aéreos.

La capacidad demostrada por María José Salgueiro para generar recursos económicos no debiera de caer en saco roto. Con una operación tan rentable como la de la FIL mexicana, sin proponérselo la titular de Cultura se ha revelado como una alternativa muy a tener en cuenta si a Villanueva le apeteciera cambiar de aires. Otra ventaja añadida es su gran afinidad con la compañera de Hacienda. Un tándem  Salgueiro-Del Olmo rompería con la pana.

Y que nadie argumente que sería desnudar un santo para vestir otro. Por muy alto que este el listón, andamos sobrados de talento para mantener el nivel. Habría múltiples opciones, pero a mi juicio ninguna tan apropiada  como la del director del Instituto de la Lengua, Gonzalo Santonja, a quién ya va siendo hora de que la Junta le haga justicia.

 Aunque su natural modestia le impida alardear de ello, sin ir mas lejos se adivina a la legua su decisiva contribución al éxito mexicano. Y si el presidente decidiera fusionar Cultura y Educación, nadie mejor que él -siempre a caballo entre ambas Consejerías-  para asumir el mando unificado en el monasterio de Prado. Pero quizá me pierda la pasión. Y nada mas lejos de mí ánimo que influir en la voluntad presidencial. Viendo lo bien que le sale todo a la Junta, admito que lo mas sensato puede ser no tocar nada, ignorando incluso del célebre principio de Lampedusa.

(En las totografías Juan Vicente Herrera y María José Salgueiro)

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