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La economía, en emergencia nacional

sábado 04 de diciembre de 2010, 19:59h
El riesgo de contagio de la crisis de deuda que asola Europa se ha extendido a España tras el rescate de Irlanda y el inevitable de Portugal. Así lo reflejan el aumento del diferencial del bono español respecto al alemán, la severa carrera bajista de la bolsa y el cierre de los mercados mayoristas a la economía española. Y esta situación dramática, lejos de corregirse, tenderá a agudizarse en las próximas semanas, porque la puntual mejoría se los mercados bursátiles y el estrechamiento del diferencial con el bono alemán son expedientes breves y de corta duración, de manera que no hay nada que permita creer que el panorama se ha modificado a mejor de manera estructural.
Lo cierto es que, hasta hace poco, los inversores parecían dispuestos a dar a España el beneficio al menos de la duda, pero la nueva dinámica de los mercados a partir del rescate de Irlanda ha debilitado visiblemente esa hipótesis optimista, porque la coyuntura española puede volverse insostenible si los costes de endeudamiento y la prima de riesgo exigida para suministrar liquidez a los sectores público y privado acentúan su tendencia ascendente y se consolida la restricción financiera a la economía española.

Al final del final ¿cuáles son las principales vulnerabilidades de España en términos de liquidez y de solvencia en comparación con Irlanda y los otros Estados del Sur de Europa? Pues bien, sucede que la coyuntura económico-financiera española condensa, aunque sea con menor intensidad, todos los elementos que han desencadenado las crisis de deuda en los demás estados periféricos. Y además ahora ya sabemos que el gobierno ha ido siempre por detrás de lo exigido por las circunstancias económicas y por los mercados para restaurar la sostenibilidad de las finanzas públicas, sanear el sistema banca-cajas y aplicar las reformas estructurales imprescindibles para poner las bases de la recuperación.

El gobierno ha reiterado su declaración de que el déficit de las Administraciones Públicas iba a evolucionar en 2010 de acuerdo con la programación gubernamental, esto es, un descenso desde el 11,4 por 100 del PIB en 2009 a sólo el 9,3 por 100 en 2010. Sin embargo, la Comisión Europea ha declarado que el ajuste fiscal es insuficiente y por tanto, el objetivo de déficit público para 2011 es inalcanzable. Los organismos internacionales ven más que difícil lograr las previsiones de déficit y de deuda proyectados por nuestro Gobierno para los años venideros. Y el dato estremecedor es que la deuda exterior neta de España es similar a la de Irlanda en porcentaje del PIB y mucho más grande que la de Italia.

Conviene indicar además que, en la inevitable comparación de España con Irlanda, Grecia y otros países de la periferia de la Eurozona, hay algunas dimensiones en las cuales España está mejor y otras en las que está peor. En el terreno “positivo”, España tiene un déficit público menor que el de Grecia e Irlanda pero no que el de Italia. Es cierto, al menos, que las tasas de ahorro privado son mejores en España que en otros estados de la periferia, pero hay otros ámbitos en los cuales el país está mucho peor. Un dato terrible, y cuya responsabilidad alcanza plenamente a la incompetente gestión del actual inquilino de La Moncloa, es que la tasa de paro alcanza en España al 20 por 100 de la población activa, con lo que es la más alta de todos los países de la periferia europea, y obviamente genera problemas casi insalvables tanto para la recaudación fiscal como para la activación de la demanda interna vía consumo privado. Y sucede también que en España el ajuste de los precios inmobiliarios no ha finalizado, con lo que, cuando se complete, incrementará las tendencias desequilibradoras dentro del sistema financiero. Pero no terminan ahí las malas noticias. La desesperada posición financiera de algunos o muchos ayuntamientos y autonomías, unida a su peso en los gastos del sector público, deteriora todavía más la imagen de solvencia del Reino de España y la credibilidad del plan de ajuste fiscal y presupuestario.

Y lo que más importa subrayar en esta hora de desolación es que la fuente de los perfiles dramáticos de la actual coyuntura española no tiene tanto una naturaleza económico-financiera como política. Sucede que el Gobierno de Rodríguez Zapatero, extraviado en el puro activismo político y la ingeniería social, ha tenido un comportamiento errático desde el comienzo de la crisis económica y hasta el momento actual. Por supuesto que, en cualquier caso, España habría caído en la recesión y habría tenido serias dificultades, pero las cosas no hubiesen llegado a los actuales extremos dramáticos si el Gobierno hubiese respondido con una estrategia económica anti-crisis sensata y distinta desde el comienzo.
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