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Fraude a las urnas

lunes 04 de junio de 2007, 08:38h

No es un fraude en las urnas, pero es un fraude a las urnas. No se ha viciado el proceso electoral, pero se altera el resultado electoral. Se burla el sentido del voto, se traiciona la voluntad de los votantes. Esto está ocurriendo en muchos pactos.

Cuando la mayor cantidad de votos ha sido claramente a favor de una fuerza política, una agrupación de otras fuerzas perdedoras, sin homogeneidad ideológica ni de programas de fondo, para sumar más votos que la fuerza que ha quedado en primer lugar, es no solo una trampa, sino una deshonestidad. La suma de los perdedores, sin afinidades razonables o quizás con objetivos contradictorios, es una estafa a la ciudadanía, que ve como sus votos no han servido para nada o para hacer lo contrario de lo que deseaba el elector. Entonces, ¿por qué votar?

Los pactos postelectorales, en estos casos, no surgen de las urnas. Es falso decir que es lo que han querido o decidido los ciudadanos. Los electores no quieren que se sumen manzanas con castañas, que no tienen nada que ver. Los ciudadanos han votado a la fuerza que ha quedado mejor situada, no a una amalgama, con frecuencia absurda, pactada a sus espaldas en los despachos de los partidos. ¡Tongo!

Son pactos inestables. Incoherentes. Muchas veces contra natura.  Y cuando llegan a un acuerdo de mínimos, para ir tirando, suelen ser puramente tácticos, aparentes y para aprovecharse del poder para sus intereses u objetivos que momentáneamente ocultan.  No son pactos para gobernar, sino para arrebatar el poder al vencedor. Sólo para estar y beneficiarse del poder.

Con esta proliferación actual de tripartitos o bipartitos de carnaval, nos estamos riendo de la gente que de buena fe ha votado. Se está perdiendo la credibilidad en la política y en los políticos. A los ciudadanos se les puede llamar a las urnas, a ejercer su responsabilidad cívica, pero no para después pasarse los resultados por el forro. No para que cuatro gatos se apropien luego indebidamente del sentido real de sus votos.

Hay pactos, de tripartitos, bipartitos o lo que se quiera, que pueden ser razonables y de sentido común, hay otros que -por fraude a las urnas- deberían poder llevarse al juzgado de guardia.

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