El Papa asegura que la Iglesia "no quiere imponer nada" y sólo busca "vivir libremente"

   El Pontífice advirtió a los cristianos de que no pueden "confiscar el tesoro" del Evangelio y ocultar "la fuente" de salvación, que son los Sacramentos según la tradición de la Iglesia "¿Cómo podrán los cristianos tenerse solo para sí lo que han recibido? (...) La misión de la Iglesia no consiste en defender poderes, ni obtener riquezas; su misión es dar a Cristo", estimó.

   Turquía tiene 72 millones de habitantes, de los que el 99,8% son musulmanes y el 0,20% restante cristianos (entre greco-ortodoxos, sirio-ortodoxos, armenio-ortodoxos, protestantes y católicos) y judíos. Los católicos ascienden a 32.000, es decir, el 0,04 del total de la población.

   A este 0,20% se dirigió especialmente el Papa, recordándoles que, aunque viven entre personas que no comparten su fe, éstos "declaran tener la fe de Abraham y adoran con nosotros al Dios único y misericordioso".

   Asimismo, les animó a estar "siempre abiertos al Espíritu de Cristo" y atentos a "aquellos que tienen sed de justicia, de paz, de dignidad, de consideración para sí mismos y para sus hermanos". "En esto conocerán todos que sois discípulos míos, en que os amáis los unos a los otros", indicó repitiendo la consigna de Cristo.

   Durante la homilía de la misa, Su Santidad expresó su "profunda gratitud" a las autoridades civiles presentes en la celebración litúrgica, "por su cortés acogida" y por haber hecho posible este viaje. Igualmente, se despidió "de todos con alegría".

  
Unidad de Iglesias

   En el acto estuvieron presentes además el Patriarca Ecuménico de Constantinopla, Bartolomeo I; el armenio Mesrob II y el metropolita sirio-ortodoxo, Fluksinos Yusuf Cetin. A todos ellos les invitó a "trabajar juntos por la unidad en la verdad y en la caridad".

   En este sentido, Benedicto XVI destacó la unidad en la variedad. "El Espíritu Santo nos permite entrar en la gran familia de los cristianos: su Iglesia, múltiple en la variedad de dones, en las funciones y en la actividad y, al mismo tiempo, una porque es siempre Dios mismo quien actúa en todos", consideró.

   El Papa aludió además al deseo profético de su antecesor Juan Pablo II de que en el Tercer Milenio la Iglesia consiga la "plena unidad". "El deseo de Juan Pablo II nos anima a poner el ecumenismo en el primer lugar en nuestras preocupaciones eclesiales", añadió. Finalmente, comparó a cada cristiano, citando a San Pablo, con las piedras que construyen un único edificio, "en el cuál la piedra angular sobre la que todo se apoya es Cristo".

   En un saludo de despedida, Benedicto XVI, junto a los representantes de los demás ritos cristianos de Turquía, bendijo una estatua del que fuera nuncio en este país, el Beato Juan XXIII, realizada por el escultor Carlo Balljana. El monumento será colocado en la Iglesia de San Antonio, también en Estambul. Antes de la celebración de la misa, el Papa, como acto simbólico de paz, lanzó dos palomas blancas.