El ejecutivo murciano se ha desdicho a sí mismo, y ha decretado contra la recalificación urbanística de los famosos terrenos naturales de la costa murciana, que previamente había recalificado como urbanísticos contra su previa clasificación como protegidos por razones medioambientales.
Siendo así, por todos conocida la determinación del gobierno de Valcárcel por recalificar, contra viento y marea, estos terrenos naturales para realizar una macrourbanización en la costa. Pero que sin embargo, dicha decisión le generó graves problemas políticos, y judiciales aún pendientes de enjuiciamiento.
Pero sorpresivamente tal día como ayer, el ejecutivo murciano decidió poner fin a tan larga y compleja controversia, y volver a recalificar los citados terrenos como no urbanizables.
Hasta aquí someramente referidos los antecedentes, pero a partir de aquí, cabe todo tipo de especulación, porque no en vano es la tercera vez que el gobierno regional cambia de criterio sobre los mismos hechos. La primera fue cuando determinó su protección medioambiental, la segunda fue cuando decidió alzar la protección y autorizar su urbanización mediante la reclasificación del suelo como urbanizable, y tras las denuncias, protestas, y demás tipos de malestar público, al cabo de los años, y no de forma inmediata, rectifica súbitamente y vuelve al inicial criterio de protección medio ambiental. Luego la pregunta está servida, ¿qué le ha hecho a Valcárcel tomar esta decisión de concluir de inmediato con esta cuestión?, ¿haberse convencido de que debía ser un área protegida?, ¿la crisis de la construcción que ha hecho perder interés empresarial en el proyecto?, ¿las diferencias sobrevenidas con las empresas promotoras?, ¿la evolución del procedimiento judicial con hipotéticas derivaciones del mismo?, ¿o un poco de cada cosa, generando un todo francamente poco digerible en la actual coyuntura política?. Motivo por el que se requiere una explicación de Valcárcel sobre esta decisión, que viene a desautorizar de facto, la que tomara el Consejero Bascuñana, en su momento, y cuya actuación no sabemos si es reprobada con esta rectificación.
Ignorando el motivo, hemos de dejar abiertas todas las especulaciones factibles que puedan tener una base lógica; aunque el lector es muy libre de hacer suya la que más le convenza, e incluso añadir otras que no se nos alcancen.
Por consiguiente, aunque diga el refrán que "de sabios es rectificar…", más bien habría que decir aquí, que posiblemente haya más razones estratégicas que teóricas para la presente rectificación. Lo que nos lleva a plantearnos que sea una rectificación más coyuntural, por puro interés, que realmente por convicción y generosidad con el medio ambiente. En cualquier caso, bienvenida sea, aunque aún quede la última palabra de los Tribunales, y para eso, ¡"doctores tiene la Iglesia…"!.