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Reflexiones sobre el machismo

Reflexiones sobre el machismo

martes 21 de diciembre de 2010, 11:52h

Los “genes constituyen el sistema de  transmisión de los caracteres genéticos y Dawkins expuso la posible  transmisión de  la cultura, ideologías y  conceptos no físicos a través de los “memes”,  con acumulo  en la  conciencia de la base educacional  recibida desde miles de años atrás.

Pretender fijar  donde nace el machismo es difícil  (educación, cultura, genética, psiquiatría). Pero quizás sea bueno recordar algunas ideas   que se han predicado como designios divinos:    

El hombre fue creado por Dios según el Génesis y posteriormente, a partir de su costilla,  fue creada la mujer, pérfida  causa  del denostado pecado

Pablo de Tarsos: “Mujeres, someteos a vuestros maridos…..porque el marido es la cabeza de su mujer y…….las mujeres deben someterse en todo a los maridos”. “No es el hombre que fue sacado de la mujer sino la mujer del hombre. Ni tampoco el hombre fue creado a causa de la mujer sino la mujer a causa del hombre”. “Cuando una mujer reza sin cubrirse la cabeza, deshonra su cabeza pues es igual que si estuviera rapada….y si no se quiere cubrir que se corte los cabellos. ¿No os enseña la misma naturaleza que los cabellos largos son un deshonor para los hombres?”.  El filósofo Orígenes afirma: “Es en efecto impropio de la mujer hablar en una asamblea, sin que importe lo que diga, aun en el caso de que pronunciase cosas admirables o incluso santas, pues nada de esto tiene mayor importancia por el hecho de proceder de la boca de una mujer”.  Agustín de Hipona asegura:   “Nada rebaja tanto a la mente varonil de su altura como acariciar  mujeres y estos contactos corporales que pertenecen al estado del matrimonio”. Y Tomas de  Aquino: “El padre debe ser más amado que la madre, pues él es el principio de la procreación mientras que la madre es solo el principio pasivo”.

También se debería reflexionar sobre  la visita de un jefe de estado que reunió a sus seguidores en una inigualable iglesia de Barcelona  en cuyo inmenso presbiterio, repleto de varones  con vestimentas orientales,   las únicas mujeres presentes fueron una lectora de textos, una organista i cuatro monjas.  Es un poco  más de lo mismo.

El Islam asegura que el Corán, de difícil comprensión,  elevó la condición social de la mujer si bien en sus azoras afirma,  “vuestras mujeres son vuestra campiña”, “los hombres siempre tienen preeminencia sobre  las mujeres”, “casaos con las mujeres que os gusten, dos, tres o cuatro…o con las esclavas”,  Sobre las fatuas de sus ulemas mejor no hablar.

En resumen, un empecinamiento  secular, en nombre de dios en situar a la mujer en un segundo lugar. ¿Y nos extraña  que perdure el machismo si procede de  religiones que se  consideran  como únicas  verdaderas ?.  

A este sobrecargo de “memes” debe añadirse los alimentados por  cuarenta años de dictadura  del nacionalcatolicismo, con absoluta negación de los derechos de la mujer,   dependencia total del marido y plena vigencia de la indisolubilidad  civil del matrimonió.  Posteriormente, su papel de “descanso del guerrero” según el beatificado  “Camino” de San Josemaria.

Está en nuestra cultura. Nuestros antepasados, animales grupales desde hace millones de años y más o menos inteligentes desde hace doscientos mil años,  inventaron unas estructuras que según Popper podrían interpretarse como una solución a sus problemas. Lo malo es, de acuerdo con Hayek  es que aun no hemos conseguido librarnos de estas actitudes derivadas de la vida tribal, que hoy son de difícil comprensión pero siguen vigentes como ingenua justificación carente de relación con la verdad razonable. Montaigne evidencia la realidad inquietante: “No tenemos otro patrón que las opiniones y costumbres que oímos a nuestro alrededor. Allí siempre está la religión perfecta y la mejor constitución”
Con seguridad no existe una sola causa del machismo.  Pero hoy es injustificable.

Por ello quizás ya   sería hora de  revisar  ciertos  códigos dogmáticos , reconocer su falta de vigencia, aceptar una reinterpretación  de los mismos o impedir la  difusión prepotente de  doctrinas   que  predican  la no igualdad entre el hombre y la mujer a pesar de la  proclamación y teórica aceptación de los derechos humanos.

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