El Gobierno de Bucarest ha amenazado con denunciar a Francia y Alemania por violación del Tratado de Lisboa si impiden que Bulgaria y Rumania ingresen el año próximo en el llamado "espacio Schengen", lo que mantendría la limitación de movimiento en la Unión Europea de los ciudadanos búlgaros y rumanos.
La decisión sobre este punto la ha de adoptar el próximo mes de febrero el Consejo comunitario de Justicia e Interior, pero en la penúltima semana del 2010 los ministros de Interior alemán y francés han dicho que vetarán el ingreso de Rumania y Bulgaria porque en estos países la lucha contra la corrupción y el crimen organizado ha progresado muy poco desde que son miembros de la Unión Europea..
La airada reacción del presidente rumano contrasta fuertemente con la mansedumbre búlgara, cuyo presidente ha declarado que la postura franco alemana obliga a analizar lo que se ha hecho mal en Bulgaria en la lucha contra la corrupción y enmendar los errores en un futuro inmediato.
Esta discrepancia de las reacciones balcánicas se debe a los respectivos problemas internos. Ambos países padecen una corrupción y criminalidad muy por encima del nivel comunitario. Pero mientras en Rumania una lucha contra la corrupción haría caer buen número de cabezas del actual Gobierno (y de los anteriores), en Bulgaria la lucha entre el presidente y el jefe del Gobierno está bordeando una grave crisis nacional.
Y como la responsabilidad de la lucha contra la corrupción es incumbencia gubernamental, el Presidente Parvanov se ha apresurado a señalar que si el país siguiera excluido del espacio Schengen, ello sería por incompetencia gubernamental...