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En recuerdo de Fuentes Quintana

En recuerdo de Fuentes Quintana

sábado 15 de enero de 2011, 17:46h
Manuel Rivas escribe en su última novela que Cristo puede ser cualquiera, pero que no tenga tocino. Un buen Cristo no tiene tocino, es todo fibra. Caja también puede ser cualquiera, pero que no tenga tocino. Por eso a muchas entidades de ahorro no les dejan ser cajas, porque tienen tocino. Como dicen que la cosa no da, ni para cirugía ni para hacer cinta, a este paso va a ser más difícil encontrar una caja que un marinero dispuesto a hacer de Cristo el día de la Pasión en la novela de Rivas. Pero bueno, ya veremos qué sucede cuando lleguemos a Viernes Santo. Será quizá un buen momento para auscultar la paletilla de las cajas. Y más les vale que ya la tengan levantada, porque al ritmo que vamos, nadie querrá levantársela.

La boca de las cajas tampoco es para hablar. Del mismo modo que en la novela “Todo es silencio”, es para callar. Todos hablan de las cajas pero ellas parecen aldeas desiertas en las que solo habla el viento. ¡Quién se lo iba a decir al profesor Fuentes Quintana! Bastaría su vozarrón para hacerles correr despavoridos…

El dogma eterno, el del dinero, ha dictado sentencia: las cajas serán bancos. Como debe ser, con accionistas, para que el capitalismo tenga más cosas con las que jugar. En un abrir y cerrar de ojos, hemos pasado de refundar el capitalismo que trajo la crisis a darle aún más instrumentos, para que la siguiente crisis sea todavía más grande y global. La historia ha querido que la izquierda trabaje para la derecha y que, lejos de ser premiada por ello, encima sea abofeteada. Las cajas solo son una metáfora de la crisis, un pretexto más para darle de comer a los dichosos mercados. Seguro que ya hay analistas pensando qué les darán la próxima vez. Quizá las cartillas de las abuelas.
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