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Falacia de los prestamistas: inflación vs. tasa de interés

Falacia de los prestamistas: inflación vs. tasa de interés

martes 25 de enero de 2011, 14:09h
El desastre económico generado por el sistema financiero internacional (eufemismo utilizado para designar a los grupos de grandes prestamistas, o usureros globales) se pudo realizar instalando una cantidad de falacias económicas, tan repetidas que parecen verdades universales.

Una mentira motorizada ahora es que cuando la “economía se recalienta, hay que aumentar la tasa de interés”, diciendo que así la gente prefiere poner el dinero en el banco y así disminuye la cantidad de dinero para el consumo. Esta mentira, es nada más que una estratagema de los usureros para aprovecharse de la bonanza económica.

Un conjunto de esas falacias se aplica a la política macro-económica, en las medidas que se toman para mantener bajo control la relación entre la emisión y circulación monetaria, la tasa de cambio con respecto a las divisas y el porcentaje de interés cobrado por los préstamos.

Actividades que constituye gran parte de la historia económica de la Argentina en su relación con el llamado “Sector Externo”, o sea con las operaciones económicas realizadas con otros países, que necesitan “divisas” para el intercambio. En realidad, este sistema es relativamente reciente. Hasta el final de la Segunda Guerra Mundial, los países utilizaban distintas monedas para pagar lo que compraban o vendieran, y para que eso funcionara, las monedas debían conservar su valor, es decir, los países emisores debían estar libres de inflación.

La relación entre los períodos sin inflación y la tasa de interés ha sido estudiado por el ex director del Banco Central, Walter Beveraggi Allende. En su trabajo “Teoría Cualitativa de la Moneda”, prueba que históricamente, si se mantiene una tasa de interés simple inferior al 3% anual, se puede impedir que las monedas pierdan valor, o sea que con la misma cantidad de dinero pueda obtenerse la misma cantidad de bienes y servicios. Como la tasa de interés se suma en cada uno de los procesos que conforman el producto o servicio final, influye en un alto porcentaje en el precio final.

LOS NUEVOS FALSOS DILEMAS DE LA GLOBALIZACIÓN

La Globalización es un proceso desatado y controlado por las grandes empresas multinacionales, destinadas a mantener vivas gigantescas organizaciones, que se devoran a las empresas con las que compiten o las abastecen.

En esta brutal carrera devoradora necesitan bajar sus costos para aumentar la rentabilidad y para lograrlo sacaron gran parte de las industrias de los países donde pagaban altos salarios, y las llevaron a otros donde podían pagar menos por el mismo trabajo y aprovecharse de sus monedas devaluadas.

Pero resulta que en el período post-industrial actual, casi cualquier país puede producir la mayor parte de los bienes y servicios que se venden en cualquier lugar del mundo, y los que compran, a igual calidad, eligen los precios más bajos.

Eso ha creado un escollo difícil de remover para el actual capitalismo avanzado, que después de vociferar a favor de liberar las fronteras aduaneras cuando sus manufacturas vendían caras, a cambio de productos naturales muy baratos, y su supremacía les permitía imponer su moneda a todo el mundo.

Ahora todo ha cambiado, pues las manufacturas ya no provienen de los países centrales sino, en gran medida, de los del Tercer Mundo, cuyas monedas se mantuvieron bajas con respecto al dólar, y esto les dio una ventaja competitiva con respecto a Estados Unidos y a Europa Occidental.

Resumiendo, las monedas más baratas ya no fueron una desventaja sino una ventaja en la severa competencia por los mercados mundiales. Y una manera de devaluar las monedas locales con respecto a las divisas es la inflación.

Eso es lo que ha sucedido en la Argentina, debido a la reactivación económica generada por el gobierno.

AHORRISTAS Y PRESTAMISTAS

La política del Banco Central de disminuir la tasa de interés, que todavía es altísima, porque mientras los países al borde de la quiebra en Europa, consiguen dinero al 6%, los empresarios argentinos pagan el 11%, y encima los prestamistas se quejan, argumentando que así la gente no va a poner el dinero en plazos fijos, ni va acumular dólares porque nuestra moneda se está revalorizando con respecto al dólar.

¿Qué es lo que pueden hacer aquellos que tienen ganancias extraordinarias, como los que venden soja y nutrientes de nuestro país a los extranjeros, quedándose con una enorme masa de dinero?

No pueden prestarla mediante plazos fijos porque la tasa en inferior a la inflación, no pueden tampoco conservarla en dólares porque esta moneda se devalúa rápidamente. Y para colmo el Banco Central les presta a tasa cero a los que producen los granos que necesitamos para el consumo interno.

Esto ha creado una gran inquietud en los ricos acostumbrados a vivir sin trabajar, y sin arriesgar, que se dedicaron a pagar fortunas por viviendas (ahorrando en ladrillos) que ahora nadie puede comprar ni alquilar, porque sus dueños pretenden beneficios por estas inversiones incompatibles con los ingresos de los trabajadores o jubilados que podrían usarlas.

Así que esa gente no tendrá más remedio que fugarlas con un destino incierto, o invertirla en actividades productivas. Es decir, deberán trabajar, competir, arriesgarse y pagar a los que saben para tener éxito, pero esto es contrario a la manera de ver el mundo de los avaros.

Además la Argentina de hoy no necesita préstamos, o sea que el Banco Central no tiene porqué emitir bonos para que los prestamistas ganen a costa del esfuerzo de otros. Tenemos reservas de divisas de sobra, y deberíamos convertirlas en oro o en cualquier actividad que genere riqueza, porque no veo que negocio hay en guardarle la plata a otro que se empeña en hacer que valga cada vez menos.

LA TASA DE INTERÉS GENERA INFLACIÓN

El precio de las divisas tampoco puede aumentar sin generar inflación, porque eso encarece las importaciones, y acá se consumen muchos bienes importados que podríamos fabricar nosotros.

Cuando nosotros importamos, nos quedamos con las cosas y ellos se quedan con el dinero, mientras que si lo fabricamos nosotros nos quedamos con las cosas… y con el dinero.

COMO HACEN PARA GANAR PLATA SIN HACER NADA

El ardid para aumentar la tasa de interés consiste en hacer del dinero un bien escaso, y escasea si volcamos al mercado nada más que el 25% de nuestro PBI, cuando deberíamos emitir mínimo del 90% como cualquier país industrializado. Pero para emitir esta masa de dinero debemos asegurarnos que ingresa al sistema de producción de riqueza y no al de la especulación, que sólo crece chupándose la riqueza que generan los que trabajan.

Entonces el problema es un problema político, porque los delegados imperiales que manejan gran parte del sistema económico argentino, en especial el que está destinado al famoso “sector externo”, usan todos los recursos que les brinda su alianza con la oposición política y con los conglomerados de medios, para oponerse a esta sencilla política que genera crecimiento económico con distribución de la riqueza.

La amenaza permanente de estos sectores consiste en hacer imposible la gobernabilidad, lo hicieron primero con Isabel Perón, luego con Alfonsín, hasta que lograron instalar al gran dúo entregador: Menem-Cavallo.

Pero luego, el pueblo en la calle logró la ingobernabilidad de tanto de los civiles entreguistas cómo de los regímenes militares. Pero esto no fue necesario cuando existe una política transformadora, como la llevada a cabo en gobiernos de Juan Perón y Arturo Illia. Hoy la política de transformación es perfectamente posible porque ya no existe el factor desestabilizante de las fuerzas militares y vamos en camino de poner en caja también a la mafia policial y a la mediática.

La transformación del sistema productivo es la mejor garantía de gobernabilidad en el largo plazo, aumenta capacidad de crear e instala la alegría de vivir en el presente.

Y si a eso, agregamos nuevas alianzas que permitan la ruptura de los lazos con los intereses imperialistas, viejos y nuevos, nuestra salud política mejorará todavía más.

Walter Moore

Economista. Investigador
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