www.diariocritico.com

Panorama desde el parque

viernes 28 de enero de 2011, 08:13h
   Tenemos sobre la mesa los últimos datos demográficos del  Instituto Nacional de Estadística, y sin abrumarles con detalles, hay tres conclusiones:

     Primera.-  Los españoles viven más años; más de 78 años los hombres y más de 84 las mujeres.

    Segunda.-  En España nacen menos niños que en los años anteriores.

    Y tercera: las madres retrasan cada vez más su decisión de traer hijos al mundo, en una edad que se sitúa por encima de los 31 años.

     Analicen los sociólogos estos datos y sus repercusiones sociales, pero hay conclusiones muy elementales al alcance de cualquiera. La bendita longevidad (“nadie es tan viejo -decían los griegos- no poder vivir un día más”) tiene un precio. El desequilibrio entre defunciones y nacimientos es un problema muy serio. Y hay madres que tienen hijos a la edad en que sus propias madres eran abuelas.

     Es evidente que no procede, por puro respeto a la libertad personal, en algo que afecte a las decisiones que toman cada persona o cada pareja con respecto a su descendencia, a lo que hermosamente decía Manolo Alcántara: “ya tengo sangre mía puesta de pie en el mundo”. Pero también está claro que, en un contexto de incertidumbre, y comprobado que los hijos no vienen al mundo con un pan debajo del brazo, hay que ser muy arriesgado o muy inconsciente o muy valeroso para traer vástagos de la madre nada a la madre tierra.

      Y, puesto que nadie es una isla, sino el eslabón de una cadena infinita, las defunciones, los nacimientos, los relevos generacionales son la sal del mundo y la luz de la vida. Vivimos, por fortuna, tiempos de paz. Y según Jenofonte, “en los tiempos de paz los hijos entierran a sus padres, al contrario de lo que ocurre en tiempos de guerra, cuando los padres asisten a las honras fúnebres de los jóvenes soldados”.

     La foto-fija de la España de hoy es la de una pirámide desequilibrada. Una pirámide en crisis. Porque crisis es el tiempo en que lo que ha de nacer no acaba de nacer, y en lo que lo caduco no se extingue del todo. No hay más que salir a los parques donde cada vez hay menos niños en los columpios y más ancianos en los bancos. Vamos del chupete a la cachava, del sonajero al 'sonotone', de las ocurrencias del nieto a las batallitas del abuelo. No nos salen las cuentas: faltan niños y sobran diputados.



> Escuche las columnas de Luis el Olmo en vídeo:

Todos los comentarios de Luis del Olmo
¿Te ha parecido interesante esta noticia?    Si (2)    No(0)

+
0 comentarios