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La evolución artística de Gardel

La evolución artística de Gardel

miércoles 02 de febrero de 2011, 21:13h

El arte de Carlos Gardel es inseparable de su vida. Su niñez desamparada le ha dado un prematuro conocimiento sobre la condición humana con sus hermosuras y sus miserias. Su adolescencia en sitios rurales lo ha formado en artes y costumbres muy criollas. Su mocedad en la Buenos Aires del Centenario de 1910 ha recibido la cultura urbana de dos rostros, la que es nacional y la que han traído los inmigrantes. Su persona, así modelada, se parece mucho al Tango mismo.
         Horacio Arturo Ferrer

 Hay un Gardel I y un Gardel II. Todos conocemos las últimas grabaciones de Gardel, pero en los comienzos su voz era diferente con una impostación gritona como le correspondía a su oficio de cantor orillero. Carlos Gardel tuvo su escuela en los arrabales, en el lugar en que el campo se desvanecía sumergido por muros de ladrillo y techos de hojalata.

 Entre el mundo de los gauchos y de los emigrantes poco espacio había para los payadores. Las preocupaciones de los orilleros eran muy distintas a las de los altivos gauchos. Surgen nuevos tipos sociales híbridos que no saben de donde vienen y que poco les importa luchar por un porvenir mejor. Dentro de este mundo social limítrofe, lleno de destrozos, nace un cantor vocacional que hace de cronista de su entorno. Un entorno que no frecuenta los conciertos de ópera y que puede pasarse muchas noches atento a las canciones de uno de los suyos.

 El Gardel I canta “mientras enfrente los tanos del Mercado despachan quilos de ochocientos gramos” y también “entre los gallegos sudorosos que empinan su vino de apuro”, según frases de Daniel Vidart. Canta en el conocido café O’ Rondeman, sin salario, solamente por las monedas que la voluntad de los clientes ponían en su sombrero. El cantor orillero al revés del payador o del milonguero ---que inventan en el momento--- es un artista pasivo que recibe lo que otros escriben. Gardel comienza en los barrios y entre conventillo y conventillo va juntando a sus admiradores. A pesar de no poseer una voz poderosa se va ganando un pequeño público, quizás por su fuerza temperamental y una increíble musicalidad.

 El Gardel II es otro cantor. Un cantor que domina la técnica de impostación de la voz y todos los recursos de un fraseo lento y muy estudiado para acompasarlo al ritmo del tango-canción. Su voz toma densidad en íntima comunión con el freno que el bandoneón le mete al tango. Un freno que necesitaba para que la voz humana fuese capaz de llenarlo de melodía. Gardel adapta su fraseo a los sonidos del bandoneón y además ahora las letras tienen otra sensibilidad. En esta segunda época, nuestro Gardel cuenta con un buen aliado que es la radio. Sus grabaciones serán cantadas por miles de personas al mismo tiempo. La radio imparte doctrina y don Carlos es el maestro mayor.

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