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Política y tópicos

Política y tópicos

jueves 03 de febrero de 2011, 10:47h

El presidente Zapatero, tras la firma del insípido pacto social, ha dicho que España “es una nación que sabe ponerse en pie y volver a caminar”. Caminar, lo que se dice caminar, es todo lo contrario a estar parado, y en España hay casi cinco millones de parados según las demoledoras estadísticas de ayer mismo.

    Lo que le gusta al presidente es hacer frases, y sólo le falta decirle a España, como Jesucristo a Lázaro, “levántate y anda”, o resignarse con la observación de Don Quijote: “ladran, luego cabalgamos”.

    La historia de España también lo es de una retahíla de tópicos y de frases hechas  (“el pueblo es sabio y nunca se equivoca”, “la historia siempre se repite”, “cualquier tiempo pasado fue mejor”, “juventud, divino tesoro”, etcétera)… que evidencian  pereza mental, letanías de cabezas huecas, confianza en los milagros, o una especie de desesperación maquillada de palabrería. Porque no hay un pueblo sabio si no lo son cada uno de sus ciudadanos; ni en Atapuerca (tiempo pasado) se vivía mejor que hoy; ni la historia se repite fatalmente (a veces las situaciones empeoran); ni la juventud española, con un 43 por ciento de desempleados, es un divino tesoro sino, en muchos casos, el drama sin horizontes de la que ya se está llamando “una generación perdida”.

    A un gobernante se le paga para que gobierne y no para que diagnostique, con toda frivolidad, quizá con alguna buena voluntad, que la nación sabe ponerse en pie y volverá a caminar, Ángela Merkel, que hoy llega a España, no les dice esas frases a los alemanes, y el gran Winston Churchill, en unas circunstancias dramáticas, no les dijo a los ingleses que el Reino Unido siempre sabría ponerse en pie, sino que les pidió, con toda autoridad moral, “esfuerzo, sudor, sacrificios y lágrimas”.

      Sabido es que las palabras las carga el diablo, que no se debe hacer con ellas juegos malabares, y quien de verdad se tiene que poner en pie y caminar es el presidente Zapatero, cada día más sonado en el ring de la política, cada día más fantasmal en la soledad de La Moncloa.

    Uno quisiese hablar mejor del Gobierno, ser más optimista, darle un infinito margen de confianza. Pero la realidad se impone, y hoy España no está para tópicos ni para cataplasmas ni para juegos de palabras.

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