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Los batasunos quieren que se legalice su 'nuevo' partido

lunes 07 de febrero de 2011, 09:05h
Esta es la repetición de una historia ya conocida: Los batasunos dicen aspirar a ser un partido cumplidor de la ley, y reclaman su legalización como cualquier otra fuerza política que se propone tener representación ciudadana.  La agenda abertzale tiene unos cuantos días !”ocupados”: este lunes, presentación de estatutos de la nueva formación política abertzale;  el miércoles, presentación de esos estatutos fundacionales en el Ministerio del Interior.. El día 19, una manifestación en Bilbao de apoyo  a “la nueva Batasuna”, nacida en el seno de la plataforma Lokarri. La nueva batasuna, en efecto, presenta este lunes unos estatutos “como los del PSOE o el PNV”. Es decir, con el firme deseo de que sean legalizados y terminen las sospechas que vienen equiparando a Batasuna con su organización “madre”, la banda ETA. Los proetarras piensan que su declarado “rechazo a la violencia” es el salvoconducto adecuado y un santo y seña suficiente para obtener la correspondiente autorización para competir con las otras siglas en las siguientes elecciones. Y sin embargo, es seguro que hay más de una oposición. Muchos siguen pensando que Batasuna es un caballo de Troya con el que ETA pretende instalarse y beneficiarse de la democracia. Por ejemplo, cuenta de entrada con la la oposición de socialistas y populares, quienes, de entrada, no se fían de este nuevo intento batasuno para colarse en las instituciones, por sospechar que su estrategia consiste en combinar bombas y votos... Y lo más probable es que el asunto termine en manos del ministerio fiscal y de los jueces, hasta que se demuestre, si la tienen, su buena voluntad y propósitos perfecta e indiscutiblemente democráticos.  A favor de los opuestos a la legalización funcionará la idea de que  el nuevo partido no romperá con ETA, y más bien tratará de seguir teniendo una relación “fraternal” con la banda, por más que la nueva Batasuna haya rechazado “cualquier violencia de ETA si la hubiera”. Se desmarcan de la banda..., pero no demasiado, por más que algunos recuerden que, en el último año, la izquierda abertzale ha pasado de callar ante la violencia a cuestionarla y rechazara. ¿Pero es bastante, es suficiente esa actitud teórica?

Dice el diario portavoz Gara que, una vez que la izquierda abertzale confirmó que su debate interno había concluido y que  no acudirá a la ventanilla con ambigüedades sino con definiciones claras y que no eludan las alusiones concretas a ETA, su posición respecto a la violencia irá en la línea de todo lo que se ha ido concretando tras el proceso interno de debate de la izquierda abertzale. Y que “serán enunciados claros e inequívocos, en favor de las vías exclusivamente pacíficas y democráticas". La nueva etiqueta pretende significar un nuevo tiempo de signo distinto en el abertzalismo  vasco que hasta ahora ha sido ETA. En esta hora aparecen dos líderes en la renovada formación: Rufi Etxeberria, en la parte política, y el abogado Iñigo Iruin, en la parte jurídica. Ambos se vienen esforzando en convencernos del compromiso de la nueva formación de rechazar la violencia, incluida la de ETA, con una fórmula que se aproximará en su contenido a la que recoge en las conclusiones de su último debate interno: "La izquierda abertzale rechaza y se opone al uso de la violencia o la amenaza de su utilización para el logro de objetivos políticos, y eso incluye la violencia de ETA si la hubiera, en cualquiera de sus manifestaciones". Esta fórmula u otra similar se encuadra en un proceso iniciado ya en noviembre de 2009, con propuestas que se enmarcan en los principios que inspiraron el proceso de paz irlandés, o el acuerdo de Gernika, de septiembre, de 2010, suscrito por Aralar, Eusko Alkartasuna y la propia izquierda abertzale, y en el que se exigía a ETA, además de una tregua permanente y verificable, que avance hacia el final definitivo de la violencia. La izquierda abertzale también pretende aclarar que el nuevo partido "no puede ser utilizado para estrategias diferentes a la exclusivamente política y democrática aprobada por las bases de la izquierda abertzale", en alusión a ETA. E incluso reitera su compromiso con las vías democráticas. Proclaman los patrocinadores de la idea de “la nueva Batasuna” que  no se trata sólo de superar la Ley de Partidos sino, sobre todo, de materializar un cambio sustancial en la línea de acción de la izquierda abertzale, una izquierda que deberá ajustar la nueva estrategia democrática del nuevo partido a sus estructuras organizativas, muy similares a las del PSOE o del PNV. Es decir, sustancialmente distinta a la versión anterior, cuando estaba concebida como una organización política de combate, el brazo político de la banda armada. De manera que podrá afiliarse cualquier persona mayor de edad y se financiará, entre otras fuentes, por las cotizaciones de sus afiliados, afiliados que tendrán derechos, como el de votar en sus órganos internos, ser informado, expresar sus opiniones libremente y ser elegido. También dispondrá de un órgano máximo, el Congreso Nacional, que se reunirá cada cuatro años, y una Asamblea Nacional, que lo hará, al menos, una vez al mes. El Congreso elegirá la Ejecutiva Nacional, con un mínimo de 25 miembros, y al secretario general.

Batasuna reclama que se preste atención a su nueva condición, que se le otorgue, por lo menos, el beneficio de la duda. Pero no resultará sencillo el cambio de actitud de los “demócratas de toda la vida”, que no terminan de ver un  cambio radical de actitud a los hasta ahora compañeros de viaje de la Banda ETA...
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