Desde hace unos meses, el barrio de El Bercial, en Getafe, tiene un banco un tanto peculiar, que funciona sin dinero. En su caso, la moneda de cambio son las horas. Se trata del Banco del Tiempo, una iniciativa de la Concejalía de Mujer e Igualdad cuyo objetivo es que los vecinos del barrio intercambien prestaciones y servicios entre sí. Los servicios que se intercambian son tan variados que van desde conocimientos de cocina hasta pasar apuntes al ordenador.
Pasear al perro, acompañar a la gente mayor, clases de cocina, masajes, planchar, clases de costura o resolución de problemas informáticos son sólo algunos de los servicios que intercambian los vecinos de El Bercial, en Getafe. Por esos servicios no pagan ni un céntimo porque son tareas que forman parte de un proyecto conocido como Banco del Tiempo, que lleva funcionando en el municipio desde febrero de 2007. "El banco del tiempo es un espacio de intercambio de servicios sin dinero. En realidad, es lo que toda la vida se ha conocido como trueque, por lo que podríamos decir que lleva funcionando desde siempre -afirma David Arenal, coordinador del banco-. Y se llama así por similitud con los bancos de dinero de toda la vida".

El banco del tiempo forma parte de un proyecto de la Unión Europea para la conciliación familiar. "Queríamos conseguir una gestión más humana y voluntaria del tiempo, y a la vez que se crearan vínculos de solidaridad y amistad entre los que participasen", señala la concejala en funciones de Mujer e Igualdad, Cristina González. Y agrega que "vimos que en El Bercial se podía poner en marcha lo del banco del tiempo porque era un barrio pequeño en el que casi todos los vecinos se conocían".
Este peculiar banco funciona sin dinero, y es que la moneda de cambio son las horas, independientemente del servicio que se ofrezca o se solicite. "La gente tiene que aprender a funcionar sin dinero", explica el coordinador. Todo vale el tiempo que se tarda en hacerlo. Es decir, "valdría lo mismo una hora de ayuda informática que una una hora de elaboración de croquetas", añade Arenal.
Una de sus reglas es que "no sólo hay que dar sino también recibir, algo a lo que la gente no está muy acostumbrada", asegura la concejala en funciones.Otra de las normas del banco es que los intercambios han de ser acciones puntuales, es decir, nunca serán servicios de larga duración, para evitar "que algunos intercambios se conviertan en economía sumergida", asegura González. Además, se intentan evitar los intercambios bilaterales "porque podría caerse en un uso consumista del servicio", y en cambio se promueven que sean intercambios multilaterales entre varios usuarios.
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Por el momento, sólo hay diez personas apuntadas en el banco del tiempo, casi todas mujeres, salvo un hombre. "Que casi todos los usuarios sean mujeres no es algo fortuito, y es que quizá las mujeres están más a dispuestas a ceder parte de su tiempo", señala Esperanza Rogero, coordinadora del banco del tiempo. Los usuarios tienen edades muy dispares, que van desde una chica que tiene 25 años, hasta una señora de casi 80 años.
Quizá uno de los principales inconvenientes a los que se enfrenta el banco del tiempo es que "hay personas que tienen mucho miedo a que desconocidos entren en su casa. La gente debe confiar en sus vecinos. Por eso, cuando alguien no quiere hacer el intercambio en su casa, se les facilita un lugar en el Centro Cívico de El Bercial", indica el coordinador.
Funcionamiento del banco

Una secretaría en el Centro Cívico de El Bercial, coordinada por David Arenal y Esperanza Rogero, centraliza la gestión de la oferta y la demanda. Ellos se encargan de poner en contacto a las personas usuarias para controlar el uso que se hace del servicio.
Por eso, todo lo que se demanda y se ofrece se realiza a través de la bolsa de servicios del banco del tiempo. Para saber cuáles son los servicios ofertados y demandados, en la entrada de la secretaría, hay instalado un gran panel donde se pueden consultar.
"Cuando alguien quiere participar, se pasa por la oficina del banco y rellena una ficha donde pone lo que necesita y lo que ofrece. A continuación se le da una chequera con 20 cheques de una hora cada uno y que deberán entregar cada vez que reciben un servicio", explica la coordinadora. Para evitar que algunos usuarios acumulen más horas dadas o recibidas que otros, cada cierto tiempo se contabiliza el estado del saldo de horas.

Pilar García es una de las usuarias del banco del tiempo de El Bercial. "En cuanto vi el cartel del proyecto, me gustó porque es original, así que me apunté. Lo único es que yo prácticamente no tengo tiempo, y los servicios sólo los puedo hacer entre las dos y las cuatro de la tarde". "Un día me pusieron en contacto con una señora mayor, para que fuera al hospital a solicitarle una cita para el médico, que ella no podía ir sola. También estoy en contacto con un hombre que tiene dudas informáticas y le ayudo", nos cuenta Pilar. A cambio, ella ha recibido un corte de pelo, y está a la espera de que le den un masaje.
"La voluntad del Ayuntamiento es que una vez que se vea cómo funciona en El Bercial y que es bien acogido por los vecinos, se traslade a otras zonas del municipio", concluye la concejala en funciones.