www.diariocritico.com
La inevitable reforma de la Constitución

La inevitable reforma de la Constitución

domingo 03 de diciembre de 2006, 15:16h
La semana que comienza, en la que se ensalzará, un año más, otro aniversario de la Constitución de 1978, será, paralela y paradójicamente, la semana en la que se hablará, y bastante a fondo por cierto, de las reformas que hay que introducir en la Carta Magna, que ya lleva 28 años de vigencia y en pleno vigor, aunque... Aunque ya sean muchas, muchísimas, las voces que se levantan pidiendo reformas, o retoques, en nuestro texto constitucional.
 
A los cambios que predican Zapatero y los socialistas, es decir la reforma del Senado, la referente a la sucesión en el Trono, la introducción de la enumeración de las diecisiete autonomías y una mención a Europa --palabra inexistente en la Constitución de 1978--, hay que unir, además, el aluvión de reformas que el pasado sábado sugirió la conferencia sobre el 'modelo de Estado', organizada por el PP y clausurada por Rajoy.
 
Fijándose en un dictamen del Consejo de Estado solicitado en su día por los socialistas y olvidado, parece, con celeridad por el PSOE y el Gobierno, el principal partido de la oposición clausuró su conferencia sugiriendo nada menos que catorce cambios constitucionales --varios de ellos afectan al Título VIII, sobre el modelo autonómico-- e importantes reformas legales. Fue, entienden algunos, un acto de valor y un importante paso adelante, porque son ya muchas las voces que consideran que este Título VIII, redactado para poner en marcha el Estado de las autonomías hace casi treinta años, precisa adecuarse a la evolución de esas Comunidades Autónomas que ahora redactan, a veces con consenso entre los partidos mayoritarios, sus nuevos estatutos autonómicos, que contienen no pocos brindis al sol muy ruidosos, pero sin duda inocuos.
 
Entrar en el detalle de las sugerencias del PP sería, sin duda, ir más allá de lo que el propio PP ha hecho. Tan solo sugiere esos cambios y, para hacerlos efectivos, se refiere a un futuro consenso con el PSOE en un panorama en el que no estará Zapatero, según recalcó Mariano Rajoy, que aseguró que el PP ganará las próximas elecciones y los socialistas cambiarán a su cabeza de cartel. Mucho decir es eso; más realista sería pedir de una vez un encuentro decisivo, a fondo, con el actual inqulino de La Moncloa, que lo seguiría siendo, aunque por los pelos, si las actuales encuestas mantienen sus previsiones y éstas se concretasen en las urnas.
 
Porque un consenso en torno a la reforma de la Constitución es ya imprescindible. Solamente la pereza que caracteriza a nuestra clase política ha hecho que no se ponga en marcha el procedimiento reforzado para modificar de una vez los dos primeros párrafos del artículo 57, que discrima (inconstitucionalmente, a juicio de no pocos especialistas) a la mujer frente al varón a la hora de la sucesión en el Trono. Y el respiro de alivio porque la Princesa de Asturias vaya a dar a luz otra niña, relegando la urgencia de tocar ese artículo 57, no es más que otra muestra de esa pereza, que, como decía Pompidou, es un elemento motor de la humanidad, aunque sea un elemento negativo.
 
La Constitución de 1978 sigue siendo válida, dicen todos, pero con "retoques", como dice Rajoy, con algunos cambios más importantes (no tiene sentido la oposición de ahora del PP a convertir el Senado en una Cámara autonómica) como dicen otros y hasta entrando a fondo en capítulos enteros, como pide la realidad. Por primera vez, y yendo más allá de lo que predica el Gobierno, así como rompiendo esa costumbre de responder con el 'no a todo' ante cualquier petición de cambios, Rajoy se atrevió a abrir el melón de esos cambios, aunque procurando siempre minimizar su alcance.
 
Seguramente, ha llegado el momento de entrar, con prudencia pero sin miedos a lo que puedan decir los nacionalistas y los extremistas, en un segundo período no constituyente, desde luego, pero sí de nueva redacción de muchos artículos de la eficaz, pero ya no tan eficaz, ley fundamental de 1978. Es una Constitución nacida para salir de un período de dictadura y entrar en la democracia, pero, tras más de un cuarto de siglo de andadura democrática, España necesita modernizar algo esa Carta Magna que, por ejemplo, sigue hablando de tribunales de honor (art.26) o de servicio militar obligatorio (art. 30), de minusválidos en lugar de discapacitados, de idioma "castellano", en lugar de "español", o que concede preeminencia  a la Iglesia católica sobre las demás religiones e iglesias. Una Constitución nacida antes de Internet y de los teléfonos móviles, antes de la consolidación y ampliación de la Unión Europea o de la implantación del Euro como moneda única.
 
Son solamente algunos ejemplos de por qué es necesaria la creación de una comisión interpartidaria de expertos para que, a la lumbre del consenso, comiencen a aplicarse en la redacción de los artículos que haya que retocar, suprimir o modificar. No es solamente en lo referente al llamado proceso de paz en lo que los españoles tenemos derecho a pedir un acuerdo de las formaciones políticas y de las instituciones. Hay que lograr nuevamente, como dijo aquel inolvidable presidente Adolfo Suárez en sus primeros y mejores momentos, que sea política y legalmente normal lo que en la calle hace tiempo ya que es normal.      
¿Te ha parecido interesante esta noticia?    Si (2)    No(0)

+
0 comentarios