Una declaración de principios

Estaban muchos, pero no todos, aunque sí todos los que estaban han escuchado estoicamente el discurso de casi dos horas que ha pronunciado la presidenta electa, Esperanza Aguirre, en la Asamblea de Madrid. Entre ellos el alcalde de la ciudad, Alberto Ruiz-Gallardón, todos los consejeros del gobierno saliente de Aguirre; la delegada del Gobierno, Soledad Mestre; los secretarios generales de UGT y CCOO de Madrid, José Ricardo Martínez y Javier López, el presidente de la patronal madrileña CEIM, Arturo Fernández; el de la Cámara de Comercio, Salvador Santos Campano; el de IFEMA, José María Álvarez del Manzano; la portavoz del PSOE en el Ayuntamiento de Madrid, Pilar Gallego;  o la ex ministra Isabel Tocino. En total, 250 invitados.

Y en la tribuna, la presidenta ataviada con un traje de chaqueta de color verde pistacho, que ha repetido en varias ocasiones cómo es y como quiere ser políticamente: "liberal". Y es que "el liberarlismo -ha dicho- es la doctrina ética y política más adecuada" y "más eficaz que el intervencionismo, el nacionaismo económico o el socialismo". En su opinión las políticas liberales que huyen del dirigismo "son las más eficaces a la hora de impulsar el crecimiento económico".

No en vano se ha referido a los gobiernos no intervencionistas, que cuanto menos lo son mayor es la libertad de la que disfrutan los ciudadanos y más próspera es la sociedad. "Ésta es la política que hemos seguido -ha recordado- y que guiará las políticas del nuevo gobierno si recibo la confianza de esta cámara".

Una confianza que, si no hay contratiempos, deberán ratificar los 120 diputados de la Asamblea el próximo miércoles en una Cámara de mayoría popular, después de que los ciudadanos otorgaran al partido de Esperanza Aguirre en las pasadas elecciones la mayoría absoluta, con 67 escaños. A ese holgado triunfo también se ha referido algo más humilde Aguirre, consciente de que "con el voto los ciudadanos nos han prestado su confianza y haremos lo que esté en nuestras manos para no dilapidarlo". Y es que no oculta el poder que tiene entre manos, ni que los votos son "una tentación para caer en la arrogancia y prepotencia" "por eso me comprometo para no caer en el conformismo".

Para ello, una sugerencia en forma de petición a los de los escaños de enfrente: "Le ruego a la oposición que con su control y críticas me ayuden a no caer en la arrogancia y la prepotencia". Como garantía no da certificados firmados, sino palabras conciliadoras: "En mí van a encontrar una actitud constante de diálogo y voluntad de alcanzar todo tipo de acuerdos". Y por si no queda claro, una precisión :"Gobernaré con la mano tendida a todos" y "desde principios y valores en los que creo y que se encierran en dos palabras: libertad y España" Aguirre se compromete a "anteponer el interés ciudadano" a los particulares. "A buscar consenso concordia con fuerzas políticas".