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Sobre la felicidad

Sobre la felicidad

miércoles 13 de abril de 2011, 00:27h
Ser feliz o ser infeliz, ésa es la cuestión. ¿Qué nos hace felices? ¿La salud? ¿El dinero? ¿La familia? ¿El éxito? Se trata de un debate tan viejo como el mundo. Un estudio británico, que acaba de ser publicado por “The Economist”, mantiene que la felicidad marca una curva similar a la de la letra U,  y en cuyos extremos se sitúan la infancia y la vejez; es decir, la etapa de la falta de preocupaciones y la edad de la experiencia. Y, en el centro de esa curva, alrededor de los 46 años de edad, está la época más dura para la existencia humana, la más infeliz, la de las preocupaciones por los hijos, la hipoteca, el trabajo, etcétera. Cada uno habla de la feria según le va en ella, y es probable que usted, amigo, discrepe de esta teoría de la infelicidad a los 46 años. Ojalá usted tenga esa edad y sea feliz, aunque a un filósofo al que le preguntaron si era feliz respondió: “No puedo caer tan bajo en un mundo marcado por las guerras y por el hambre”. Y, además, cada individuo, a pesar de compartir muchos rasgos comunes con su especie, cada individuo es un prototipo. Porque no hemos sido fabricados en una cadena de producción mecánica de Detroit, como en la película “Tiempos modernos”, de Charlot, sino que somos la confluencia de distintas sangres, de ADNs irrepetibles, de muchas historias singulares. Por lo demás, España es un país envejecido por la caída de la curva demográfica. Envejecido y, además, obsesionado con la longevidad. Hace poco tiempo, cuando una persona cumplía cien años aparecía en los periódicos de su provincia apagando las velas de la tarta, rodeado de hijos, de nietos, de biznietos. Hoy, en cualquier pueblo de España, hay un individuo centenario, con la misma naturalidad con que hay una fuente o una ermita. Los africanos dicen que cuando se muere un anciano es como si se quemase una biblioteca: son muchas páginas escritas con amor y con sudor; es un árbol de muchas primaveras que se viene abajo. El poeta Manuel Alcántara, nuestro querido amigo del malagueño Rincón de la Victoria, dice que todo esto de la longevidad está muy bien, pero que la vida habría que alargarla por la mitad y no por el extremo final.  En fin, señores, hoy echamos un poco la cabeza a pájaros, porque ya estamos hartos de corrupción y de listas cerradas, y les decimos que, si alguno de ustedes tiene 46 años… que no se desanime. Que siempre vendrán tiempos mejores. Y que considerarse felices a lo tonto, sin saber qué terreno se pisa, ni qué hay alrededor, ni quiénes son nuestros compañeros de viaje, nada tiene que ver con la verdadera felicidad. Luis del Olmo. Periodista.
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