Mal momento para el laicismo

Una Semana Santa situada en el calendario a un mes de  elecciones municipales y autonómicas es sin duda el peor de los momentos para ejercer el laicismo en una comunidad como Castilla y León, cuya población es declarada y mayoritariamente católica. Los políticos, que  antes que nada ahora son candidatos, lo saben y no pierden ripio. Los que son autoridades y comparten la creencia no tienen ningún problema. Harina de otro costal es el trance cuando quien encarna la autoridad no profesa la religión y se plantea el dilema de estar en las procesiones y actos litúrgicos de esta Semana de pasión. Pero que nadie se confunda. No toda la izquierda, ni mucho menos, es atea o agnóstica. Hay alcaldes socialistas fervientemente católicos a quienes no se les plantea ningún problema (en realidad se les plantearía si por encima de sus convicciones propias defendieran el laicismo). Sin duda un caso es el del palentino Heliodoro Gallego, quién siempre ha mantenido una cordial relación con la jerarquía, aunque sin duda añora el paso por la diócesis del admirable Nicolás Castellanos. A sensu contrario, puede ocurrir que la presencia de personajes del PP en este tipo de manifestaciones religiosas a veces chirríe (no por una posible conocida doble moral, que también, sino porque todos los ‘populares’ no tienen porque ser forzosamente católicos practicantes). Ha podido ser el caso de la presencia de la secretaria general del PP, Maria Dolores de Cospedal, en la procesión del Domingo de Ramos en Guadalajara, donde nada más terminar la procesión sacudió como de costumbre a su contrincante electoral, el presidente socialista de Castilla La Mancha, José María Barreda. Estaremos atentos para comentarles en próximos días este tipo de curiosidades.