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La muerte de Bin Laden y el próximo septiembre

martes 03 de mayo de 2011, 12:18h
La muerte de Bin Laden ocupa aún la primea línea de la actualidad. Aunque el maestro terrorista de origen saudí hacía años que no dirigía a Al Qaeda, la organización terrorista que él creó, ni las acciones terroristas por el mundo, no dejaba de ser el símbolo en el nombre del cual se organizaban los actos terroristas. Su desaparición pone una vez más al descubierto las diferencias con que las dos culturas, occidental e islámica, perciben un hecho de tanta relevancia para la pacificación de las relaciones entre ellas. Occidente celebra la muerte de Bin Laden, el hombre que con los atentados del 11 de septiembre de 2001 contra Nueva York y Washington inició un terrorismo masivo al que era difícil sospechar que pudieran llegar seres racionales. En el mundo árabe islámico la reacción se ha dividido siguiendo las mismas líneas que dividen a esas sociedades en relación con la modernidad, la democracia y los estados de derecho. Las mayorías permanecen relativamente silenciosas aunque se las supone aliviadas por la desaparición de un maestro terrorista que también había atacado en países árabes e islámicos,  Los movimientos radicales llamados islamistas oscilan entre el elogio de quien como los Hermanos Musulmanes de Egipto ven en su muerte un asesinato por parte de Estados Unidos, a quienes con pretextos perifrásticos como el Gran jeque de al-Azhar de que su entierro en el mar no respeta las costumbres islámicas o el de otros muchos clérigos radicales de que debería haber sido juzgado, manifiestan de manera menos comprometida que lamentan su muerte. De forma preventiva una alerta general discreta en previsión de posibles reacciones radicales ha sido decretada en Occidente y  también en algunos países árabes e islámicos porque, en la práctica, la muerte de Bin Laden no afecta para nada a un terrorismo hoy muy descentralizado y con muchas cabezas que puso en su punto de mira a algunos países como Marruecos. Pero los símbolos importan y es posible que la desaparición del símbolo Bin Laden  afecte a unas relaciones entre Occidente y el mundo árabe-islámico que en 2011 parecen haber salido de la rutina en que se habían instalado desde la caída del comunismo a finales de la década de los años 1980. La primavera árabe a la que asistimos, sin poder garantizar –salvo en casos como Marruecos por ejemplo y tal vez Túnez- que se producirán reformas profundas como se esperaba, en Egipto ya auguran un balance controvertido para las relaciones de este país tan importante con Occidente. Los Hermanos Musulmanes acaban de elegir para su nuevo partido Libertad y Justicia a los tres líderes más radicales de la organización, Mohamed Morsy como presidente, Essaim al Erian como vicepresidente, y Said el Katatny como secretario general. El verano, que debe culminar en las legislativas de septiembre, será sin duda caliente. Los israelíes, que han vivido la primavera árabe en Egipto como un crudo invierno, pronosticaban que los Hermanos Musulmanes podrían atraer al 30/35 por ciento del electorado egipcio. Quizá para tranquilizar, los Hermanos han prometido que solo presentaran candidatos en el 40 o 50 por ciento de las circunscripciones electorales, pero la sensación de que la fuerza estará fuera de la Cámara de diputados puede lastrar al próximo Parlamento egipcio. Los candidatos mejor colocados en la carrera por la presidencia y otros muchos líderes, ya han anunciado que modificaran las relaciones de Egipto con Israel. De momento Egipto siguió mediando entre los rivales palestinos Hamas y Fatah, que debían reunirse esta semana en El Cairo para sellar un acuerdo que en cierta medida desestabiliza a la política exterior de Estados Unidos e Israel en la región. La intención anticipada de los reconciliados de presentar a la próxima Asamblea General de la ONU de Septiembre próximo una propuesta de reconocimiento del estado palestino en los territorios ocupados por Israel en la guerra de 1967 –Cisjordania, Gaza, Jerusalén Este-, trae de cabeza al gobierno y a la élite política de Israel que afirman confiar en que Estados Unidos pueda evitar en la ONU que ese estado sea reconocido. Ahora queda por saber cómo reaccionará Fatah a las condolencias de Hamas por la muerte de Bin Laden, al que ha llamado santo guerrero árabe. Igualmente inoportuno para la reconciliación palestina ha sido el Primer Ministro palestino en el gobierno de Hamas en Gaza, Ismail Haniyeh, que ha dicho que la muerte de Bin  Laden es la continuación de la política de Estados Unidos basada en la opresión y el derramamiento de sangre musulmana. Mientras tanto siguen los ataques de Gaddafi contra la población libia y las represalias de la OTAN, que no cambian la relación de fuerzas sobre el terreno pero que con acciones como la reciente que resultó en la muerte de un hijo y tres nietos menores de Gaddafi refuerzan a éste entre sus partidarios y siembran las dudas en los países occidentales y en los árabes. En Yemen, el Presidente Ali Abdullah Saleh sigue deshojando la margarita sobre si aceptará o no el acuerdo que le propusieron los países del Consejo de Cooperación del Golfo y ganando tiempo. En Siria la represión del régimen se ha recrudecido probablemente animada por la incapacidad siquiera de imponer unas sanciones creíbles al régimen de Bachar el Assad. En Marruecos el último atentado de Marrakech ha desatado varias teorías conspirativas. Unos lo atribuyen a una manipulación de radicales por ciertas cúpulas militares y civiles que saldrían perjudicadas con las reformas, y otros intentan involucrar al Polisario y a una fracción militar argelina que no estaría interesada en la normalización de las relaciones entre Argelia y Marruecos, en la apertura de fronteras o en un entendimiento sobre el conflicto del Sahara. Las redes sociales ayudan a la concertación de los jóvenes, pero también vehiculan una considerable desinformación. La única lección posible por el momento es que si los árabes quieren una primavera, tendrán que traerla sus propios ciudadanos aunque sea en el verano. ____________________________________________________________ * Domingo del Pino es especialista en el mundo árabe, ex delegado de la Agencia EFE en Marruecos, ex corresponsal de El País para el Norte de Africa, fue miembro de la Euro Med and the Media Task Force de la Comisión Europea y, actualmente, es miembro del consejo editorial de la revista bilingüe Afkar/ideas; colaborador de Política Exterior y Economía Exterior; de la Revista Española de Defensa; y director del Aula de Cooperación Internacional de la Fundación Andaluza de Prensa. - Lea también: Todo sobre el final de Bin Laden
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