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Ballesteros en Europa

Ballesteros en Europa

domingo 08 de mayo de 2011, 10:47h
Habían pasado casi 30 años desde la fundación del Real Golf de Pedreña el 29 de diciembre de 1928, construido a iniciativa de la reina Doña Victoria Eugenia de Battenberg, nacida en el Castillo de Balmoral en Escocia, en donde se encuentra St. Andrews, el templo del golf más legendario del mundo, cuando nacía en Pedreña –Cantabria-, Severiano Ballesteros Sota. Severiano recordará que su abuelo materno, Marcelino, había sido propietario de las tres pequeñas fincas por las que discurren los hoyos 1, 4 y 6 del actual recorrido pues aquel campo de golf de Pedreña se hizo a través de la compra de 274 fincas. Su tío Ramón, que había nacido en 1938, recordará del mismo modo que sus padres tenían tierras a 140 metros del green del 6, donde cultivaban maíz, habichuelas y alfalfa y que él, que trabajaba la siembra y cuidaba las vacas, se escapaba de la labranza para hacer de caddie hasta llegar a ser profesional, ganar cuatro campeonatos de España y ser sexto en el Masters de Augusta de 1965. La primera oportunidad la había tenido en 1956 al ganar el campeonato de España jugado en Pedreña, un año antes de nacer Severiano. Por entonces la España del General Franco, salida de la Guerra Civil y excluida del concierto europeo por su carácter dictatorial y por tanto ajena a las democracias occidentales, empezaba a superar el aislamiento gracias al nuevo Concordato con la Santa Sede y a los acuerdos defensivos con los Estados Unidos y en aquel momento la Europa de la posguerra, salida de la primera crisis comunitaria a causa del rechazo de la Comunidad Europea de Defensa y de la Comunidad Política Europea, se preparaba para realizar el paso decisivo a la integración económica, al firmarse en Roma, en 1957, los Tratados de la Comunidad Económica Europea y de la Comunidad Europea de la Energía Atómica. Fue precisamente aquel año de la firma del Tratado del Mercado Común, el año del nacimiento de Severiano Ballesteros, justamente en Pedreña al lado del Real Golf, así que sus primeros recuerdos están en aquel campo donde sus hermanos Merín, Manolo y Vicente se ganaban algunas pesetas haciendo de caddies. Es el Ballesteros de la infancia y de la niñez el que con pocos años es recordado como “el muchacho que jugaba a la luz de la luna”.     Tendría Severiano 17 años cuando empieza a ganar renombre en España con el Campeonato Nacional Sub25, el Open de Vizcaya y ya tras el fallecimiento de Franco y con la llegada de la democracia, cuando logra los primeros triunfos en Europa; el Open de Holanda 1976 y el Trofeo Lancome-Francia en aquel mismo año. España había conseguido una cierta apertura económica exterior gracias al Plan de Estabilización de 1959 y a la acción de los tecnócratas que ocuparon las áreas económicas de los Gobiernos del General Franco a partir de 1957, lo que les condujo de la mano de Alberto Ullastres, a aquel importante logro que fue el Tratado Preferencial de 1970, pero no lograría hasta el momento de la llegada de la democracia, su pleno reconocimiento europeo. En este sentido, Severiano se convertiría en un adelantado español en Europa cuando en aquel histórico año de 1975 jugaba en las islas británicas el torneo de la PGA, conociendo las claves que le permitirían ganar tres veces el Open británico del campeonato de la PGA.     Mientras España, bajo la monarquía de Juan Carlos I, se dotaba de una Constitución democrática y articulaba su primer Gobierno democrático, Ballesteros triunfa en Europa y en el mundo. En 1977 el Open de Francia, el Open de Suiza, el Open de Japón; en 1978 el Open de Alemania, Escandinavia, Kenia, Japón, Suiza; en 1979 el Open británico; en 1980 el Open de Madrid, de Holanda; en 1981 el campeonato PGA, Open de Escandinavia, de España. Él mismo siente su gloria cuando vence en un partido a Arnold Palmer, el primer golfista en ganar cuatro veces el Masters de Augusta, que formaría parte del llamado «Big Three» (Los Tres Grandes), junto con Jack Nicklaus y Gary Player, que contribuyeron a la popularización del golf a lo largo de todo el mundo. Palmer le diría: “No hay derecho con tus puts, muchacho”. Europa está ya a su alcance, pero su sueño son los Estados Unidos; el Masters de Augusta, la codiciada chaqueta verde que ganaría en 1980 y 1983 y que no ganaría aquel glorioso y triste año de 1986, ligado a la pérdida de su padre, con el que viaja entonces a Houston. Este sería el histórico año en que España, tras duras y largas negociaciones, entraría a formar parte de las Comunidades Europeas. Dice Ballesteros que su segundo de gloria fue el triunfo del Open británico en St. Andrews, “la cosa más grande que te puede ocurrir como jugador profesional de golf”, sobretodo el Open de 1988, con una fantástica tarjeta del 65. Aquel fue el año de su matrimonio con Carmen Botín, del que nacería Javier en 1990, Miguel en 1992 y Carmen en 1994. Europa lograba por entonces su gran sueño de constituirse en Unión gracias al Tratado de Maastricht de 1992 mientras que España participaba de lleno en la construcción europea incluyendo en aquel Tratado gracias a la diligente actuación de Felipe González, la ciudadanía europea y sobretodo los Fondos de Cohesión, con los cuales se produciría la gran transformación económica y social de la España contemporánea en aquellos gloriosos años que van desde 1986 hasta 2006. Recuerdo que fue entonces cuando más coincidí con Severiano Ballesteros, más que en Madrid, en Pedreña. En alguna ocasión como en 1992 en que su curiosidad histórica me preguntaba sobre cuestiones como el hecho del descubrimiento de América aquel año del 500 aniversario, o hablándole de otros temas históricos de España o de Cantabria, con la fortuna por mi parte de simple profesor que estaba sentado junto a un bunker viéndole subir bolas al hoyo, y la experiencia inolvidable de poder visualizar los golpes lanzados por un genio, suerte compartida por nuestra generación de Pedreña, su cuna y su casa. La Ryder Cup Cuando le preguntaron por qué había jugado más en Europa que en Estados Unidos, contestaría con rotundidad que Europa era su ambiente natural. Efectivamente Ballesteros era por su propia naturaleza un europeo apasionado, incluso por encima de algunas actuaciones del Circuito Europeo, sobre el que se permitió con toda razón, presentar las deficiencias de su estructura organizativa y de su política de gestión. Por encima de todo la Ryder Cup sería su gran pasión. Este es un torneo bienal que enfrenta a los equipos de Europa y los Estados Unidos, con un clarísimo balance a favor de los Estados Unidos desde 1927 a 1971, 15 a 3. Sin embargo desde 1979 a 2006, Europa se impondría por 9 a 7 y Ballesteros sería el gran artífice de aquellos increíbles, y a veces contestados, triunfos. En 1985 Europa se impuso a Estados Unidos por vez primera en 28 años con Piñero Rivero, Cañizares y Severiano y en 1987 con Olazábal, ganando por vez primera en suelo americano. Otro triunfo glorioso fue en España, en Valderrama, siendo capitán Severiano Ballesteros, que llevó a los europeos al triunfo por 14,5 a 13,5. En la reciente Ryder Cup 2010 volvería a ganar bajo la dirección sentida desde la distancia de Severiano cuando ya se le había detectado un tumor cerebral. Ian Poulter le dedicaría el triunfo: “Este triunfo significa todo para ti. Hemos jugado con el corazón y hemos conseguido este trofeo”. El mundo del golf le recordaba a la altura de sus admirados Jack Nicklaus, Gary Placer, Nick Faldo, Arnold Palmer y Colin Montgomerie, mientras que es su gran amigo Jose María Olazábal, ahora se convierte en Capitán de la Ryder Cup. La Unión Europea acaba de incluir la Política de Deporte dentro del Tratado de Lisboa, vigente desde el 1 de diciembre de 2009. Europa tiene una deuda enorme con Ballesteros. España, que padece una crisis económica, social y de valores, espera que la Unión Europea nos ayude en un corto plazo a superarla. España tiene sobretodo una deuda enorme con Ballesteros y él lo sabía. El recuerda con fina ironía cuando Revilla le presentó a Maragall, se le había olvidado darle las gracias por su colaboración en la designación olímpica de Barcelona y recuerda también en su autobiografía su gratitud a aquel anciano medio ciego que le da las gracias por poner a Cantabria y a España en el mapa. Cuantos ciegos que lo son sin este padecimiento, cuantos desagradecidos, cuantos ignorantes, cuantos olvidadizos. Hay algo que entendemos como nadie los cántabros; el arraigo de Severiano Ballesteros a su tierra, su amor a Cantabria y su orgullo, una mezcla de humildad con las gentes de su pueblo, con las gentes humildes y con los niños; Después de pasar tantas veces por el quirófano se había comprometido recientemente, dentro de las actividades de la Fundación Seve Ballesteros, a dar clases gratuitas de golf a niños de entre 10 y 14 años. Es ese espíritu tan nuestro de resistencia, de grandeza, de un corazón inmenso, de superioridad interior ante los poderosos, de bondad infinita ante los humildes, de fortaleza e indesmayable espíritu de lucha, la vida como permanente superación de los obstáculos, en el campo y fuera de él. Es un hombre ejemplar, es una leyenda y un símbolo. Que suerte tienen sus hijos de serlo de un héroe de nuestro tiempo. - Lea también: Luto en el deporte español por la muerte de Seve Ballesteros, el mejor golfista de su historia El 'spanish matador' pionero de nuestros 'annus mirabilis' Políticos y deportistas se vuelcan con la familia de Ballesteros mostrándoles su apoyo  
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