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Imprescindibles

Imprescindibles

sábado 30 de junio de 2007, 15:25h
Hay gente valiosa, gente necesaria y hay gente imprescindible. Esas son, hoy en día, las abuelas. Esas mujeres que, según el informe del Instituto de la Mujer, dedican más de cuatro horas diarias a cuidar a sus nietos permitiendo que sus hijas desarrollen su vida profesional.

   El incremento en la incorporación de la mujer al mundo del trabajo sería impensable sin su imprescindible ayuda. Una gran parte del brillante crecimiento económico que experimenta este país se debe, además de a los inmigrantes, a esas madres trabajadoras que compatibilizan la jornada laboral con las tareas domésticas y que sin la ayuda de la generación anterior (de mujeres claro) tendrían que volver a casa.

   El precio a pagar por su carrera profesional es el retraso en la edad de la primera maternidad. Aguantan lo que pueden pero la biología traza una línea roja y a partir de ese momento entran en juego las abuelas.

   Puede parecer un tema doméstico, un asunto de orden menor que afecta a la organización familiar, pero los que así lo ven se equivocan. La aportación al PIB del trabajo femenino está cuantificada, la creación de empresas, nuevos puestos de trabajo, la modernización de una nación e incluso su salud democrática tiene mucho que ver con que las mujeres ocupen los puestos que les corresponden en el mundo profesional, político y laboral.

   Y como el supuesto Estado de bienestar que es España no avanza en algo tan básico como la conciliación de la vida laboral y familiar, una generación de abuelas se ocupa de lo que los servicios públicos no proveen y hacen de canguros de los nietos después de haber criado a los hijos.

   Una vez más la institución familiar cubre necesidades que deberían atender los presupuestos generales y son las mujeres las que recogen a sus ancianos que no tiene un asilo y a los niños sin plaza de guardería.¿Alguien se ha preguntado que sería de este país sin esa sociedad de socorro social que es la familia?

   Pero es injusto. Es profundamente injusto que se de por hecho que una anciana de setenta y cinco años tenga, cada día, que hacer de madre ocasional de sus nietos porque la administración pública, que ahora descubre con horror el bajísimo índice de natalidad que tenemos, no ayude a las madres trabajadoras que es el único estímulo necesario para  que nazcan más niños.

   Todo esto viene a cuento precisamente en estas fechas en las que los críos tienen dos meses de vacaciones por delante; porque en verano las imprescindibles abuelas se convierten en guarderías ambulantes sin derecho a vacaciones. ¡Que mérito!

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