El tiempo que no tenemos
lunes 04 de julio de 2011, 10:55h
Una vez celebrado el “debate sobre el estado de la Nación”, tal y como me temía (aunque había que constatarlo), el que está en el “machito” de nuestro Gobierno se revuelve, como gato panza arriba, para no soltar las riendas y poder colocar a sus fieles seguidores. Ahí está, tan feliz, la “miembra” Bibiana Aído –con su vasta formación profesional- codeándose con la Sra Bachelllet en los foros de la ONU para vergüenza de todos los españoles. Y ahí están los partidos nacionalistas (especialmente el PNV) esperando las contrapartidas para prestar su voto a los Presupuestos para 2012, en donde no existe disminución real del gasto porque se parte de un incremento del PIB cuyo cumplimiento tiene más de deseo propagandístico que de realidad. Porque, lo cierto son los gastos y las previsiones de ingresos no son mas que eso: meras previsiones que, en el caso de los Gobiernos presididos por Rodríguez Zapatero, lamentablemente tienen el mismo rigor que las predicciones de los echadores de cartas.
Ahora ha llegado el momento de la verdad (tenía que haber sido antes pero, qué le vamos a hacer) teniendo tan cerca lo que está sucediendo en Grecia en donde el Parlamento le ha visto las orejas al lobo por mucho que clamen en la calle. Y es que un país en el que la mayor parte de su población activa –me refiero a Grecia- está compuesta por empleados públicos (que ni siquiera tienen cometidos reales) y donde el resto no declara impuestos, está condenado al abismo a menos que cambie radicalmente las cosas. Bien está que los ciudadanos se muestren indignados pero me parece intolerable que quien se indigne sean castas de privilegiados que, en su día, cambiaron su voto por empleos que no comportan trabajo y por prebendas vitalicias. Los diarios de estos últimos días dan buena cuenta de esta situación en la que se encuentra Grecia por lo que me ahorro justificar lo dicho.
Lo lamentable del caso –para todos nosotros- es que caigamos, ahora, en esa pendiente de caos en el que entró Grecia hace tiempo y que el Gobierno se proponga agotar la legislatura con la única finalidad de “colocar” a quienes le sirvieron –como siervos- a sus intereses. Porque no he visto, en el Proyecto de Presupuestos Generales, que nos intentan colar de “rondón”, que se supriman las empresas públicas meramente instrumentales que carecen de contenido real y no prestan ninguna clase de actividad o servicio al mercado. Esta clase de empresas públicas, han sido, y son una mera tapadera para incrementar el endeudamiento (mediante préstamos concedidos por la Banca privada) y para colocar en las mismas a quienes, de otra forma, carecen de oficio ni beneficio. Tampoco he visto, supresiones de Ministerios y órganos inútiles ni disminución notable de los gastos corrientes de la Administración (con tanto coche oficial absolutamente innecesario como hay ahora). En fin, que no se ve, ni de lejos, que estos Presupuestos puedan relanzar ni la economía ni el empleo en la medida en que nuestro país lo necesita.
Desde luego que necesitamos, con urgencia, una reforma a fondo de nuestros sistema laboral (y no la cosmética del último Decreto Ley ratificado por las Cortes), de nuestro sistema financiero (muy especialmente de las Cajas de Ahorro) y adoptar medidas eficaces de apoyo a las PYME. Porque, por mucho que no resulte del agrado de algunos "indignados" y del propio Gobierno, quien crea realmente empleo son las empresas y no las Administraciones públicas, de modo que mientras sigamos "cebando" a las Administraciones y "adelgazando" nuestro tejido empresarial, seguiremos caminando en sentido contrario y, más tarde o más temprano, habrá que desandar todo ese camino para enderezar el rumbo. O sea que cuanto antes tomemos la dirección correcta mejor para todos porque nos costará menos (mejor hoy que mañana y mejor mañana que pasado mañana). Pero si el Sr. Rodríguez Zapatero no se atreve a realizar estas reformas de calado por temor a los Sindicatos (la reforma seria del mercado laboral) o a los partidos nacionalistas (en la aprobación de los Presupuestos o en la reforma de las Cajas) y se empeña en seguir llevando el timón de un barco que ya ni es suyo, al menos que no empeore la situación.
Y es que, el mero hecho de dilatar todas estas reformas sin reducir drásticamente el gasto público, o el hecho de acudir a medidas que se quedan a medio camino para no disgustar a algunos -me refiero a los Sindicatos y a los partidos nacionalistas- produce ya efectos muy negativos en el mercado porque, sencillamente, no tenemos tiempo (y menos aún para ocurrencias improvisadas). No tenemos tiempo para que las Administraciones sigan sin hacer frente a sus deudas porque eso está llevando a la ruina a un sinfín de empresas. No tenemos tiempo para simples declaraciones huecas apelando al optimismo porque las cosas van realmente mal. Y no tenemos tiempo ni para indignarnos porque ha llegado el momento de que nuestros políticos trabajen más, actuando seriamente en beneficio de todos, y dejen de hablar menos.
El tiempo es oro para algunos, pero para otros puede ser una ruina segura de seguir así las cosas ...
*Profesor Titular de Dº Administrativo de la UCM