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Haz lo que yo digo pero no lo que yo hago

Haz lo que yo digo pero no lo que yo hago

lunes 09 de julio de 2007, 04:44h

Muchas veces me pregunto si un cargo aleja tanto de la realidad a quien lo ejerce como para llevarlo a pensar que está frente a un grupo de incapaces de hacer una lectura coherente de un hecho cotidiano.

Esta mañana mientras me dirigía al supermercado, la radio reproducía parte de un reportaje a la ministra de economía, durante este fragmento de la charla intentaba, de manera poco feliz,  explicar que este olvido de 60.000 dólares en un placard del baño de su lugar de trabajo lo puede tener cualquiera de nosotros.

Luego habló de una campaña montada en su contra y a la que, según mi humilde opinión, con sus explicaciones ayudó con creces.

En un primer momento me causó gracia, no podía imaginarme con semejante cantidad de dinero y mucho menos pensar en dejarlo en mi aula olvidado o justificarme diciendo que mis pares...

Taza de café mediante comencé a pensar seriamente en lo que  había escuchado, nada más ni nada menos que de boca de alguien que debe tener, por el cargo que ocupa, una clara visión de la realidad económica de aquellos para quienes trabaja, y obrar en consecuencia sin faltarles el respeto.

Muchas veces nuestra soberbia no nos permite ser honestos  y reconocer nuestros errores como tales, más bien nos enceguece y nos lleva a pensar que nadie tiene sobre nosotros derecho a reclamo. La ley puede protegerlo hoy y ahora, pero nunca lo protegerá de la sanción moral de una sociedad cansada de ser burlada.

Muchas veces se redactan leyes para ser cumplidas por los otros y se cree, erróneamente, que un cargo nos hace inmunes a cualquier sanción, que de ser un ciudadano común el protagonista de semejantes desprolijidades, se haría merecedor.

No puedo entender cómo alguien que nos reclama transparencia en nuestras transacciones comerciales, pueda transitar por la ciudad en la búsqueda de adquirir un inmueble, con semejante cantidad de dinero prestado en su bolsillo para reservarlo en caso de hallar algo que le guste.

Estamos celebrando el 191 aniversario de nuestra independencia, una independencia que llevó años para lograrse y que llevará años para consolidarse.

Este país nace con cada gobierno, se rehace con cada gobernante.

La necedad no permite salvar aquello que se ha hecho bien para reforzarlo, cada uno intenta imponer su modo de hacer lo mismo, por ello deja de lado lo anterior e inicia nuevamente la obra desde los cimientos y si algún “distraído” continúa algo iniciado por su antecesor, es duramente criticado por sus pares.

Es hora que intentemos dejar de lado a la corrupción, a la injusticia, al oportunismo, al asistencialismo como medio para obtener votos, a las promesas electorales que sabemos no se cumplen, y nos pongamos en serio a construir la patria que soñaron los grandes hombres de nuestra historia y que nos merecemos millones de argentinos que, con nuestro hacer cotidiano, renovamos a diario nuestra esperanza de lograrlo.

La fórmula es simple: sólo es necesario saber que no estamos solos en el mundo y que todo lo que hacemos no es más que un reflejo de lo que somos y nos muestra con nuestras miserias y virtudes sin que podamos hacer nada por evitarlo

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