La oposición —que es lo mismo que decir el Comité Cívico cruceño— introdujo en la Asamblea el tema de la capitalidad plena de Sucre para usarlo como moneda de transacción y lograr que la autonomía departamental sea tratada a su antojo. Contra ello, el oficialismo introdujo la propuesta de las autonomías indígenas para usarla como moneda de transacción y negociar una autonomía lo más superficial posible. Además, estas demandas (la autonomía y el hecho de que la sede no se mueva) fueron respaldadas por las más grandes manifestaciones populares de la historia de Bolivia, los cabildos de La Paz y Santa Cruz.
Con el paso de las semanas, estos meros cálculos tácticos del oficialismo y la oposición para negociar con más fuerza se han desbordado, han hecho carne en parte de la población y han impedido que otros acuerdos en el interior de la Asamblea Constituyente puedan ejecutarse. Son tácticas que han ido demasiado lejos.
Además, la maniobra opositora —revivir un tema legítimo, pero hacerlo de manera artificial— y la contramaniobra oficialista —alentar una acción legítima como las autonomías indígenas, pero hacerlo de una manera sorpresiva y engañosa— han colocado a la Asamblea en un callejón sin salida. La Constituyente no puede tratar el tema de la capitalidad plena debido a la presión de La Paz, lo que inviabiliza el resto del debate e impide, a su vez, que se trate la autonomía. Y si no trata la autonomía la Asamblea, tampoco tiene sentido.
Ante este panorama, las dirigencias departamentales se han radicalizado y desde hace unos días han empezado a hablar de las “autonomías de facto”, una irresponsabilidad que tensiona al país con riesgos incalculados y que solamente demuestra que, para algunos prefectos y cívicos opositores, no importa si fracasa el país con tal de que fracase el Gobierno.
La única alternativa posible es que los dos bandos en pugna rearticulen sus estrategias y retiren sus demandas. Como el Comité Cívico de Santa Cruz jamás tomará una iniciativa destinada a bajar la tensión, la responsabilidad es hoy del presidente Evo Morales y su Gobierno: como una forma de destrabar el conflicto, tiene que retirar del debate el tema de las autonomías indígenas (o por lo menos el como ha sido planteado), asumiendo el costo que ello implique. Luego deberá negociar una autonomía suficientemente aceptable para la dirigencia de Santa Cruz —pero que no permita que los recursos naturales dejen de tener tuición estatal—. Finalmente, le tocará a la oposición retirar la falsa demanda de la capitalidad plena y Sucre tendría que aceptar alguna propuesta intermedia, asumiendo el costo que ello implique.
El Gobierno anhela a toda costa que la Asamblea no fracase. Los dirigentes cívicos de Santa Cruz anhelan que la autonomía no fracase. Ambos aspectos están indefectiblemente asociados, no pueden funcionar uno sin el otro. Mientras tanto, la ciudadanía observa perpleja la chatura de nuestros políticos.
*Comunicador y periodista
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