En la Línea
Por Félix Fuentes
SE PASAN DE AGUILAS Y ELIMINAN SIMBOLOS JUARISTAS
Agosto 19- 07 Símbolos patrios y nombres de nuestros héroes tienen de cabeza a gente de extrema derecha. Agreden al águila azteca y a la republicana de Benito Juárez, en tanto algunos mandatarios panistas cambian nombres de calles o pintan de azul y blanco edificios públicos y patrullas, a fin de significar su ideología.
Debido a esas actitudes se reafirman odios que en nada ayudan al régimen de Felipe Calderón, quien ha buscado por diferentes caminos el reconocimiento a su investidura presidencial de las fuerzas políticas en su conjunto. En esto no ha tenido éxito.
Los perredistas niegan al segundo mandatario panista el anhelo de todo jefe de Estado de ser aceptado por unanimidad y le advierten que el rechazo será durante todo el sexenio. Así se explica la negativa del jefe de Gobierno del DF, Marcelo Ebrard, renuente a retratarse con Calderón y a emprender juntos obras de bien común.
Al inicio del peor gobierno de que se tiene memoria, el de Vicente Fox, la “primera dama” Martha Sahagún se ufanó de partir en dos al águila azteca y así fue plasmada en secretarías de Estado, templetes, atriles y toda la papelería oficial. El hoy ex primer mandatario permaneció agachado, sin hacer nada por evitar el agravio al escudo nacional.
En la Cámara de Diputados sucedió un fuerte debate a causa del “águila mocha” y fue aprobado un punto de acuerdo, exigiendo al Ejecutivo restablecer el escudo de la república, como lo indica la Ley de Símbolos Patrios. Pero en Los Pinos se puso oídos sordos a esa demanda y transcurrió el sexenio de las botas sin que los legisladores, no menos agachados, ejercieran su voluntad.
En cuanto la “pareja presidencial” salió del poder, el “águila mocha” terminó en la basura, así como la costosa papelería impresa en el sexenio del dispendio. Pero esto no se acaba. Esta vez tocó turno al águila republicana juarista y al Hemiciclo a Juárez, desparecidos en el nuevo billete de veinte pesos.
Es un síndrome de frustración y ganas de borrar lo imborrable. Porque en la historia nacional, lo que hoy se pretende eliminar, pronto reaparece, dependiendo de quienes estén en el poder. Carlos Salinas de Gortari contrató a escritores medianos con el ánimo de borrar al caudillismo y vanagloriar al porfiriato. Los libracos de costo millonario están en el ostracismo, en el olvido.
Si fue eliminada el águila que simboliza a don Benito Juárez porque se cobijó bajo la misma Andrés Manuel López Obrador, con eso no va a desaparecer del escenario político el tabasqueño. Al revés, sus seguidores registraron el hecho y machacan porque no se de reconocimiento al presidente Calderón.
Tampoco va a pasar al olvido el Hemiciclo a Juárez, escenario de protestas y símbolo de resistencia contra la arbitrariedad. Se tiene presente que ese monumento fue mancillado por una turba de sinarquistas, mismos que en estos días se disponen a posesionarse del Partido Acción Nacional.
Durante decenios, Juárez recibió periódicos homenajes de desagravio por las negras pintas del sinarquismo. ¿Eso se pretende ahora? ¿Remover rescoldos y avivar el fuego en la confrontación eterna entre gente de derecha e izquierda? Pasarse de águilas no engrandece al gobierno calderonista porque se enardecen los ánimos.
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