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Peligro en las carreteras

lunes 13 de agosto de 2007, 10:19h
Hay un señor con pinta de cobrador de compañía funeraria que es director general de Tráfico. Desde que llegó al cargo, hace más de tres años, ha puesto en marcha las medidas más drásticas jamás conocidas para castigar a los infractores de las normas de circulación y disminuir el número de accidentes y muertos en nuestras carreteras; este señor, un tanto siniestro, ha inventado las campañas más agresivas, dramáticas y espeluznantes para meter el miedo en el cuerpo, y a pesar de todo ello, apenas se ha notado en el número de accidentes, heridos y muertos, es decir, que mucho ruido y pocas nueces.

Este señor, Navarro de apellido, está obsesionado en que solo la irresponsabilidad de los conductores es culpable de los accidentes, y sobre todo el exceso de velocidad, cuya represión supone el mayor número de ingresos en las arcas del Estado por las multas impuestas y el mayor número de puntos perdidos por los conductores. Sin ánimo de quitarle la buena parte de razón que lleva, también sería bueno que reconociera otros factores que aumentan la siniestralidad en la carretera, como por ejemplo la mala señalización, el deficiente estado de algunas calzadas, la cantidad de puntos negros que no sólo se mantienen, sino que aumentan, y otros aspectos no imputables al conductor.

El pasado viernes por la tarde era día de operación salida del puente del 15 de agosto. Carretera de Extremadura, una de las más transitadas, retenciones importantes a la altura de Maqueda y hasta Talavera de la Reina, retenciones inesperadas proclives a los colisiones en cadena. Y en este día, en estas circunstancias, circulaban muchos, muchísimos camiones de gran tonelaje, auténticos trenes del asfalto, y máquinas agrícolas voluminosas; vehículos pesados que se adelantaban unos a otros en las cuestas, peligro sobre el asfalto, y ninguna presencia de la guardia civil de tráfico en esos puntos donde el riesgo circulaba junto a miles de vehículos. Eso sí, proliferación de radares fijos y móviles en esas grandes rectas donde es fácil cazar a los conductores por exceso de velocidad, lo que demuestra que tiene mucho de carácter recaudatorio el celo por la seguridad.

Este siniestro director general de Tráfico, de apellido Navarro, ha inundado los carteles luminosos de las carreteras de textos recordándonos el número de muertos en lo que va de año, incluso en inglés, supongo que para conocimiento de los extranjeros que circulan por nuestras carreteras en estas fechas, generalmente magrebíes, que sólo entienden el francés. En fin, menos recordatorio y más eficacia, más presencia de la guardia civil en aquellos puntos negros, en aquellas zonas de conflicto, y no volcar a todos los efectivos en el manejo de los radares, señor director general de despropósitos de tráfico.
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