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María José González, responsable del grupo de Química Ambiental del CSIC

"Casi siempre se puede producir lo mismo contaminando menos"

jueves 16 de agosto de 2007, 14:33h
María José González Carlos es profesora de investigación en el CSIC, organismo en el que además es coordinadora científica del área de Ciencias y Tecnologías Químicas y responsable del Grupo de Química Ambiental. En la actualidad, su labor investigadora está centrada en el desarrollo de metodologías de análisis y control de las características de los alimentos.
Los trabajos de la doctora en Químicas María José González siempre han estado vinculados a la Química Ambiental. Dentro de ésta, su objeto principal de estudio ha sido y es el grupo de contaminantes químicos tóxicos y persistentes (COP’s). Concretamente su comportamiento y destino en el medio ambiente, y, como consecuencia, los efectos que tienen en los seres vivos, principalmente en el ser humano. La nómina de estos agentes está compuesta por insecticidas organoclorados, bifenilos policlorados, dioxinas, los retardantes de la llama bromados, hidrocarburos policíclicos aromáticos, entre otros compuestos.

Una de las principales vías de contacto entre estos contaminantes y el ser humano es la alimentación. Por eso, en este momento María José González está centrada en el desarrollo de nuevas metodologías más rápidas, eficaces y capaces de detectar niveles muy pequeños (picogramos) de contaminantes en alimentos. Y lo hace como coordinadora de un programa de investigación, en el que participan seis grupos: dos del CSIC, dos de la Complutense, uno de la Universidad de Alcalá de Henares y otro de la UNED. Dicho programa se denomina “Nuevas metodologías analíticas para el estudio y control de la seguridad y calidad de los alimentos”, y está dentro de la línea prioritaria de investigación de la Comunidad de Madrid de “Desarrollo de metodologías avanzadas para el análisis, mejora y control de las características de calidad y seguridad de los alimentos”.

En cuanto a la calidad, el programa persigue el desarrollo de métodos de detección de adulteraciones en los alimentos. En el capítulo de la seguridad, estas nuevas metodologías están orientadas a la detección de COP’s, antibióticos macrólidos, acrilamidas y a la especiación y biodisponibilidad de elementos traza. Entre los primeros, además de los ya mencionados, estarían los compuestos bromados, conocidos como retardantes de la llama, y algunos pesticidas.

En el caso de los metales, la lista negra la conforman elementos como el arsénico, el mercurio o el plomo. La especiación persigue conocer en qué formas están presentes en los alimentos, “porque algunas formas son más tóxicas que otras, por tanto, se desarrollan métodos para separar las diferentes especies en las que puede estar un metal o un elemento, y así cuantificar el que es más tóxico”. Esta precisión es determinante, porque hay que diferenciar la especie del metal que tiene un aporte tóxico de la que no lo tiene. “Cada tipo de contaminante o compuesto está asociado a un alimento, que es al que hay que analizar, y no a la totalidad”, afirma la investigadora, que insiste en que el objetivo del programa es el desarrollo de metodologías de análisis de los diferentes elementos y compuestos, métodos que han de ser “rápidos, sensibles y robustos”.

En la experimentación, como es lógico, se utilizan alimentos y se analizan los que potencialmente pueden ayudar a optimizar los métodos de análisis, para hacerlos en el futuro extensibles a cualquier alimento y aplicables, por ejemplo, en la elaboración de una legislación precisa y eficiente a favor de la seguridad alimentaria. Aún quedan por delante dos años de investigación, aunque algunos resultados se están publicando, alrededor de 20 artículos en revistas de SCI, y otros están a punto de publicación, dos patentes (una de ellas en curso), ocho comunicaciones a congresos, dos contratos 'post-doc' y tres cursos de especialización.

En los últimos años los compuestos bromados están sustituyendo masivamente a los clorados por lo que sus niveles están aumentando en todos los sustratos medioambientales, introduciéndose a lo largo de las cadenas tróficas, llegando incluso al hombre. Todo ello llevará a la necesidad de elaborar una legislación que controle o elimine su presencia de nuestro entorno y de los alimentos.

Hablando sobre la contaminación, María José González puntualiza que “en la mayoría de los casos existe la tecnología adecuada para producir lo mismo contaminando menos, a un coste razonable”. El control de esta acción contaminante se puede hacer tanto en el proceso de producción como en la fase de las emisiones posteriores, bien sea vía aire, suelos, aguas o alimentos. La profesora nos asegura que es posible disminuir drásticamente el nivel de emisiones contaminantes y que en algunos países europeos esto es ya una realidad. Por tanto, si tenemos las tecnologías y el conocimiento, estamos un poco más cerca de la soluciones.
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