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El profundo agosto taurino

viernes 31 de agosto de 2007, 13:53h
En este verano, cuyo gran suceso es la vuelta a los ruedos de José Tomas, Colmenar con su agosteña feria de los Remedios ha significado, una vez más, un descansadero  donde se prueban  espadas de prestigio antes de las últimas citas -Salamanca, Valladolid, otoño madrileño, el Pilar, Jaén -de nuestro calendario. Concluido ya todo, ¿qué ha significado esta feria, cuál ha sido su noticia?
Seamos realistas. Colmenar no es lo que era  y toda la mitología de esta tierra de toros- la estirpes de los Bollaín, Fernández Salcedo con “Diano”, el ganadero García Aleas, la tragedia de “Yiyo”, o la leyenda de Serranito- son como  río lejano del que percibimos su murmullo pero no agua fresca. Del ganado en cuanto presencia, casta y defensas hay poco que alabar. Deslucido el hierro Albarreal, aceptable Ana Romero, fue bueno el quinto de Buenavista, poco que decir de los Eulogios y lucido el cuarto novillo de El Retamar. En fin, nada de particular.

¿Qué hay de los espadas? Tampoco  demasiado, seamos claros. Juan Bautista, el francés logró una oreja justita con un albarreal, otra inmerecida Abellán a un ana romero y del mismo hierro, Iván Vicente obtuvo oreja en cada toro sin muchas apreturas. El Cid a media vela –una orejita y gracias- porque anteayer la armó en Bilbao  y todo el año no es carnaval.

César Rincón, que fue grande ayer mismo - ¿han sido seis o siete sus puertas grandes venteñas? - arrastra su impotencia por los ruedos. El público lo obliga a saludar después del paseíllo y  tras la corrida, lo abronca. (Lo mismo  sucedió, hace sólo dos días, en Tarazona de la Mancha). A Fandi  su repertorio tradicional no le sirve para echar cohetes. Torero de la España profunda es previsible, vulgar, honrado, pero… Voluntarioso, poco fino, se  embarca en faenas sin memoria, con  más deseo que acierto.

En la tribu novilleril, Pepe Moral justificó su número uno del escalafón enseñando a embestir con elegancia y dominio a un novillo áspero, al que acabó dominando. Pedro Carrero deslucido y en tono menor. Juan Carlos Rey – vaya nombre para un principiante-en su primer festejo con caballos remontó el trance, consiguiendo una generosa oreja.

 Perera entre barullo y enganchones, acabó en un palmo y sin enmendarse. Triunfador indiscutido de esta feria de los Remedios, con dos orejas a ley en un toro de Buenavista, Sebastián Castella. Con  hondura y duende, su mano izquierda demostró que lo toros son cultura –como pregona su compatriota Simón Casas- y que alguna vez con ayuda de Francia  se lo vamos a contar palabra a palabra a la superculta y progresiva Europa. ¡Hasta el año que viene!
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