Hoy respiran tranquilos muchos padres de familia que llevan de nuevo al colegio a sus hijos, empiezan los problemas para muchos profesores y los chavales se debaten entre la alegría del reencuentro con los compañeros y el “dolor” de tener que volver a estudiar. El otro día me enseñaban los libros que formarán parte de la cartera de una niña que empieza Primaria y me quedé atónito. ¿Todo eso? ¿Y cuándo van a jugar y a leer? Yo sigo pensando que si los niños, al menos hasta los nueve o diez años, aprendieran a leer y escribir bien, sobre todo a comprender lo que leen y a expresarse con una cierta corrección, así como a saber qué valores son importantes, los contenidos académicos, la instrucción, podrían esperar un poco más. Pero las enseñanzas son rígidas y los profesores tienen que dar todo el programa, con lo que ni pueden prestar atención a la actualidad ni actuar por su cuenta. No educan; cumplen un programa muchas veces absurdo.
Si las cosas fueran bien, tendríamos que callar, pero el fracaso escolar en España es espectacular desde que se implantó la LOGSE y de aquellos polvos vienen estos lodos. No me extraña que en Europa estén preocupados con el fracaso escolar en España, fijado en una tasa de abandono del 29,9 por ciento, cuando el objetivo de la Unión Europea para 2010 es que esa cifra no llegue al 10 por ciento. Lo inquietante es que en España no estemos preocupados con lo que pasa en la enseñanza y andemos en una de las guerras más estériles de las últimas décadas: la de la “Educación para la ciudadanía”. O que unos obispos estén contra otros y algunos, afortunadamente no todos, contra la escuela concertada, representada por la FERE, ejemplar en su comportamiento educativo desde hace muchos años. A río revuelto, ganancia de pescadores aprovechados. El último, Gregorio Peces Barba que ha dicho esa sublime tontería de que “nadie puede estar en contra de la Educación para la ciudadanía más que los que sean enemigos de la democracia”. A unos y a otros parece que les interesa el adoctrinamiento de dirección única. Y a los alumnos, que les den.
La ministra de Educación, Mercedes Cabrera, sabe, confiesa, que la situación es “insostenible”, pero seguimos en la misma línea y permitimos que se pueda pasar curso con cuatro asignaturas pendientes... En Francia, Sarkozy ha encargado a un grupo de expertos un plan para restaurar la autoridad moral de los profesores. En España, pasamos de los profesores, uno de los sectores más importantes y menos valorados social y políticamente. Las diferencias entre unas comunidades y otras son muy importantes. En Galicia se han puesto en marcha este curso las galescolas, unas ikastolas a la gallega, que prometen darnos sobresaltos en breve. Cuando tendríamos que estar hablando de calidad, de integración y, en serio, de convivencia, nos quedamos en la pelea política y religiosa. Es una buena excusa para no hablar de lo que verdaderamente es importante en la educación.
francisco.muro@planalfa.es