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No es país para fiestas

No es país para fiestas

miércoles 12 de octubre de 2011, 19:14h
Como siempre el cabo primero de los paracas aterrizó a un palmo de la tribuna presidencial, que a él le da igual si tiene detrás a Colón, el Bernabéu o el Congreso de los Diputados: planta sus botas en tierra con precisión de GPS. Como siempre la patrulla Aguila produjo un subidón en el personal asistente con el paso de los siete C-101 perfectamente alineados a los acordes del Toque de Oración, al dejar tras ellos la estela de los chorritos rojo-amarillo-rojo. Y para que el realizador del show en TVE no pudiera quejarse de que algo faltara en la castrense coreografía, la descarga de fusilería, también como siempre, aportó el toque de solemnidad adecuado al momento cumbre del homenaje a los caídos. Para que no se le echara de menos, como siempre el grupo ultra sur habitual abucheó a José Luis Rodríguez Zapatero, porque estos no perdonan.

---Tranquilos, hombre, tranquilos, que ya se va y seguramente el año que viene tendréis a otro que os guste más. Aunque, ¿de verdad que al nuevo no le pitaréis?

Ha variado el sitio de la parada militar y la participación del Rey en el acto, que esta vez se ha ayudado de un bastón y de una silla para relajo propio, como remedio a su impedimento, pero también de los demás invitados principales, que una hora larga de pie y en posición marcial solía pasar factura a los nervios ciáticos y las vértebras lumbares, y más en pleno cambio de tiempo, que es en lo que estamos. También es nueva la idea de abrir museos y bibliotecas y que no se cobre la entrada, que la Hispanidad es algo más que milicos desfilando en traje de gala y luciendo armas y condecoraciones. Va a ser una de las últimas buenas ideas de este Gobierno, que por una vez se ha olvidado del déficit,  porque además puede ayudar a algunos a identificar mejor alguna de nuestras raíces como país contemplando un cuadro de un museo, o examinando un documento o  alguna pieza de colección expuesta a la contemplación pública.

La mayor novedad de este 12-0 de final de Legislatura no ha sido en cambio ambiental sino coloquial: la charleta, aunque sea de solo 10 minutos, de los dos hombres de los que parece depende el futuro de este atribulado país, Alfredo Pérez Rubalcaba y Mariano Rajoy. Aunque haya sido solo para hablar de futbol como se obstina en asegurar el todavía líder de la oposición.

--- ¿Esa táctica de no arriesgar nada, no vaya a ser que pierda un voto, también le obliga a no reconocer que hayan hablado de la prima de riesgo, de Merkel y Sarkozy, o un suponer, de las pensiones?

La verdad es que aunque toque fiesta no estaba la mañana ni el país para celebraciones. Desde hace ya ni se sabe, con indeseable obstinación, varias veces al día, y sin que ninguna falte a la cita, nos llegan malas o muy malas noticias. Que igual da que sean sobre los precios, los tipos de interés, las agencias de calificación, la economía americana, la sanidad, la educación, el empleo... Y por si algo faltara, tenemos la isla de Hierro con el semáforo en rojo de riesgo volcánico o nos encogen el corazón las novedades, dudas y sospechas sobre paradero de las dos criaturitas a las que perdió de vista en Córdoba.

Por mucho que engalanen plazas y calles o se pongan los militares de gala con su Rey y capitán general a la cabeza, o participen los notables del Reino en el besamanos tradicional - más reducido, eso sí, para no cansar a Su Majestad- no está el país para fiestas. Porque sobre la depre actual pesa la incertidumbre sobre el futuro y la sospecha de que lo peor está por llegar. Hay miedo a abrir la próxima puerta, no solo por lo que pueda haber detrás, es que no vaya a ser que no encontremos suelo sobre el que pisar. Gane Rubalcaba o Rajoy, ellos y nosotros tendremos que mirar con mil ojos y de arriba abajo el estado del bienestar que ha costado tanto construir, con el sacrificio de más de treinta años pagando  impuestos de casi todos, la pelea de los sindicatos, las aportaciones de los empresarios y las reformas sociales promovidas, casi siempre por la izquierda.

Ni el PSOE ni el PP pueden garantizar, aunque a unos se les suponga más que a los otros,  que si ganan pueden mantener el gasto necesario para no disminuir los pagos por desempleo, pensiones o dependencia, o las aportaciones necesarias para garantizar la asistencia sanitaria o la educación para todos. Ni Rajoy ni Rubalcaba pueden asegurar que la pelea contra el déficit va a permitir aportar los recursos necesarios para relanzar la economía, el empleo y conservar las prestaciones sociales. Cataluña, Extremadura, Castilla - La Mancha o Baleares son un ejemplo de recortes generalizados en presupuestos y las deficiencias en su atención sanitaria o las huelgas de sus profesores son el efecto inmediato. (Italia, Portugal, Irlanda, Reino Unido y, sobre todo, Grecia saben ya bastante de todo eso). A nivel nacional es una muestra de cómo Gobierna el PP o CiU en esa crisis. Pero tampoco hay fe suficiente para creer a pies juntillas para creer que a Rubalcaba le salen todas  las cuentas para mantener todas las prestaciones sociales. La cuestión a resolver con el voto el 20-N es quien  va a recortar menos. ¿Lo ven como no es éste un país para fiestas..?
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