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Con un poco de optimismo, hágame el favor

Con un poco de optimismo, hágame el favor

martes 06 de diciembre de 2011, 13:14h
(A Ana F., Fernando J., Lluis R., Candela P., María G., Albert P. y Alphaville)

               Siempre que ha llovido ha escampado suele decir mi padre y todos sabemos que es verdad. Esta crisis, por dura, dolorosa y profunda que sea, pasará. Si la sima en que nos hemos metido resulta casi insondable, nuestros nietos la estudiarán en sus clases de secundaria y muchos habrá que escriban sesudas tesis doctorales analizando causas, tendencias y consecuencias.  Y si conseguimos restañar las heridas en los próximos meses, entonces la voz "crisis 2008" ocupará apenas cuatro o cinco líneas en el Twit-Larousse de los conocimientos del futuro y será una baliza más con que jalonar el camino de Europa.

               Sea como fuere, pasará. En política, igual que en estrategia empresarial, no hay recetas buenas o malas, solamente propuestas que funcionan mejor o peor y que resultan imposibles de contrastar con sus alternativas porque cuando tomamos una decisión desechamos todas las demás y, ese simple hecho, las borra del mapa de la existencia. Así, cuando optamos por el PP y por Mariano Rajoy desechamos al PSOE y a Alfredo P. Rubalcaba. ¿Es bueno o malo? Imposible saberlo, ni ahora ni dentro de 10 años.

El presidente Rajoy aplicará las recetas que él cree que sacarán a España de este hoyo y nos pondrán en la senda del crecimiento económico, del pelotón de cabeza de Europa y reducirá el paro. Funcionará su receta porque no existe la posibilidad contraria. Y si hubiéramos optado por Rubalcaba lo mismo sería. Sus recetas diferirían en detalles, sí, puede que hasta en ciertos aspectos filosóficos -yo más bien creo que de maquillaje, de forma de presentar las decisiones, pero no de esencia- y ambas nos sacarían del hoyo. ¿Cuál lo haría antes? No podemos saberlo; únicamente podemos guiarnos de esa intuición espectacular que siempre ha sido la voluntad de la mayoría y, en este caso, ha sido clarísima: hemos elegido al PP de Rajoy.

Con los meses y los esfuerzos de todos los ciudadanos, con las lágrimas y sufrimientos de los muchos que en el camino perderán dineros y haciendas, quién sabe si salud; con los empujones de alemanes, franceses, estadounidenses y hasta chinos iremos enderezando la situación. Un día, más o menos de la misma manera en que de pronto desaparece un atasco interminable a la entrada de Madrid, de Barcelona, de París o de Berlín al regreso de un puente, empezaremos a crear empleo y la crisis irá diluyéndose. Saldremos a la calle y tendremos ganas de gastar un poco, de comprar un jersey o de contratar unas minivacaciones. Volveremos a llenar los restaurantes y los cines y volveremos a sentirnos seguros en nuestros puestos de trabajo. Llegarán las vacas gordas.

El mundo no será mejor que ahora, pero tampoco peor. Recuperaremos mucho de lo que tuvimos y lo que perdamos -nadie dude que habrá pérdidas dolorosas- será sustituido por nuevos avances o nuevas conquistas. Seguiremos siendo egoístas los que lo fuéramos antes de estos tiempos aciagos, seguirán siendo bondadosos los que se guiaran por la bondad enantes y seguirán sin enterarse de nada los que nunca, ni antes ni ahora ni después, se enteran de nada. Y volveremos a crecer y volveremos a ver las cosas con luz y volveremos a pensar que debemos preocuparnos por el cambio climático -que ahora lo tenemos olvidado- y de nuestros hermanos del África negra y puede que hasta nos demos cuenta de que ni somos ni hemos sido ni, por supuesto, seremos el ombligo del mundo. Nos abriremos -¡por fin!- a Latam en igualdad de condiciones y aprenderemos de ellos mucho más de lo que seguimos creyendo que pueden enseñarnos.

Y ni siquiera miraremos hacia atrás. Habremos superado la crisis, otra más, y volveremos a empezar, acaso siendo más sabios y, quién sabe, puede que hasta siendo mejores.
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