Tiene bemoles que tenga que ser un sindicato, de izquierdas, oiga, el que cante las cuarenta al Gobierno y ponga un poco de sensatez en el ambiente mientras los ministros se pelean con Solbes para ver hasta dónde subir el salario mínimo, qué se puede dar gratis y cuanto pagar a las madres que tienen un hijo, mientras los partidos anden empeñados en hacer la lista de qué se puede ofrecer gratis y a cuántos con el dinero de todos.
Resulta que en todas las encuestas los españoles opinan –a mí no me han preguntado nunca, que conste- que el terrorismo, el paro, la vivienda y la inmigración son los problemas que más les preocupan. Yo le añadiría uno que parece que preocupa menos, pero que está mal y es básico, fundamental, tal vez el primero: la educación de calidad. Pero el Gobierno y la oposición andan empeñados en que hablemos de las banderas, de la memoria histórica y de otras cuestiones. Por eso sorprende que Comisiones Obreras, que tiene un secretario general que pisa la calle y las empresas y que ha prestado grandes servicios a la paz social, salga diciendo que España no está preparada para una caída del empleo, que hay que acabar con las carreras para bajar más los impuestos y que no se puede derrochar impunemente en promesas sin cuento.
Tenemos un paro prácticamente técnico, pero el empleo que se ha creado en los últimos años es de muy baja calidad y, además, está muy mal pagado. Que la inmensa mayoría de los asalariados españoles sean mileuristas, o ni siquiera lleguen, indica que la salud de la economía es mínima y que un resfriado sin importancia puede acabar en una pulmonía.
Se está produciendo un parón inmobiliario, pero al problema de la vivienda nadie le mete mano y cuando lo hacen, como en Cataluña, es para peor, para expropiar las viviendas de quienes han decidido, en el ejercicio de su libertad, comprar un piso y tenerlo desocupado, de la misma manera que hay gente que tiene su dinero en un calcetín, un coche parado en el garaje o una flota de coches antiguos. ¿Se va a expropiar todo eso? ¿Se pueden tener dos televisiones en casa aunque una no la pongas nunca?
Vivienda, empleo, hipotecas, coches, muebles e hipermercados son algunos de los sectores que están empezando a notar la crisis. ¿No pueden ser sensatos, como José María Fidalgo, los responsables políticos y no jugar con las cosas de comer? Acabar con el electoralismo y hacer o proponer verdaderas políticas sociales debería ser el objetivo del Gobierno y de la oposición. Pero ocurre que están en otras cosas, mientras los ciudadanos se van de puente, tal vez esperando que los problemas se solucionen solos. Aquí tenemos a Zapatero en el país de las maravillas y a Rajoy en el de los sueños. Los demás tenemos miedo a las pesadillas.